La explosión fatal en los silos de una planta cerealera tuvo su desenlace judicial penal con condenas por las negligencias detectadas
Finalmente arribó a juicio el trágico suceso ocurrido en enero de 2013, en una planta de acopio de cereales, donde se produjo una explosión en un silo y murió un operario y otros dos sufrieron gravísimas lesiones. Para el juez quedó en claro las carencias y deficiencias en las medidas de seguridad y se acreditó la responsabilidad penal del homicidio culposo. Prisión e inhabilitación para el profesional que llegó como imputado.

El 28 de enero de 2013, alrededor de las 16 en la planta de Acopio de Cereales denominada "Rural Ceres SA", sita en Ruta 226 y calle Primera Junta, Ezequiel Lazcurain que cumplía funciones de encargado de la planta encomendó a los empleados Marcos Alejandro Bernazza Paredes, Leandro Miguel Lugones y Nicolás Ezequiel Dadario Rezola la limpieza y/o destape del caño que comunica al silo número 8 ubicado en el pozo de noria, con pleno conocimiento de las carencias y deficiencias en medidas de seguridad que la tarea y el lugar a realizarlas imponía dada su ubicación a 18 metros de profundidad, ausencia de protección guardahombre en la escalera que llevaba al interior del pozo o de una línea de vida para sujetar arnés, ser altamente explosivo por la gran cantidad de polvillo en suspensión existente. Todo agravado por el deficiente funcionamiento del extractor que se encontraba dañado, los gases producidos por el cereal acumulado, el precario e inadecuado sistema de iluminación consistente en un cable de alargue de electricidad con una portátil enchufada a un toma corriente carente de disyuntor –que suplantaba el sistema de iluminación anti explosiva reglamentaria–, la utilización para desatorar el pasaje del cereal de una viga de hierro reticulado, elemento inadecuado en cuanto al material.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn momentos en que se hallaban los operarios Marcos Alejandro Bernazza y Leandro Miguel Lugones realizando su labor en el foso –Dadario los asistía desde el exterior– con casi nula visibilidad, en un reducido espacio y con una dificultad importante para respirar, se produjo una explosión por combustión generada dado el precario sistema de iluminación (consistente en un cable de alargue de electricidad enchufado a una portátil) aportado por la empresa para suplantar el inexistente sistema de iluminación antiexplosiva con el que debía contar el citado recinto ubicado a 18 metros de profundidad, potenciada esta falencia por el hecho de no contar el tomacorriente al que se enchufó el alargue un disyuntor que hubiera permitido la interrupción del circuito eléctrico al iniciarse el cortocircuito, y/o generado por las chispas que pudieron provocarse por la fricción del hierro utilizado para desatorar el sector de norias.
Tras la explosión y a causa de la ausencia de protección guardahombre en la escalera que llevaba al interior del pozo, como así también de los correspondientes arnés de seguridad, línea y cabo de vida y protectores respiratorio adecuados, los cuales no eran provistos al citado personal, tanto por el encargado Ezequiel Lazcurain, como por el gerente de la empresa Roberto Oscar Peñalva, provocó que en momentos en que Marcos Alejandro Bernazza Paredes fuera auxiliado por su compañero Nicolás Dadario intentando tomarlo del brazo para ayudarlo a salir de la noria, éste se le resbaló y cayó al fondo del pozo, provocando que la exposición a los gases de la explosión fuera más extensa, circunstancia que finalmente le causó la muerte a Bernazza producida por las quemaduras por calor y aspiración de humo y polvillo en las vías respiratorias, además de las heridas de carácter grave que sufrieron Dadario y Lugones, producto de la explosión, fuego y calor posterior.