El lunghismo y una victoria con sabor a poco
Y Miguel Lunghi volvió a ganar. Pero esta victoria tuvo otro sabor al decir del semblante que evidenciaron las huestes lunghistas, lejos de otras euforias electorales. Es que, como nunca, acusó el impacto de la ola del Frente de Todos que prácticamente arrasó a lo largo y ancho del país, con raras excepciones, como lo fue Tandil.
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Pero además en el Comité había otra espina: la lucha intestina, por la cual el contrincante interno Marcos Nicolini logró con creces superar las expectativas primigenias, aquellas que hablaban de alcanzar la minoría. Y esa incomodidad quedó al desnudo anoche, cuando el siempre políticamente correcto concejal y su gente se acercó a la casa partidaria de calle Mitre y se topó con un llamativo desplante que se intentó corregir no sin fórceps.
Muchos interrogantes quedaron así sobre el futuro inmediato en cuanto a la convivencia interna en Cambiemos. Si bien fue el propio Nicolini el encargado de señalar que de aquí en más se encaminaban a trabajar juntos por un triunfo en octubre, hubo gestos y actitudes que lejos quedaron de aquel mensaje conciliador.
Las razones habrá que buscarlas en que en el radicalismo se está jugando otro partido. El de la sucesión, y nadie se anima a pronosticar cómo serán los próximos cuatro años de gobierno del pediatra (de volver a ser reelecto) con un candidato interno ya instalado como el sucesor y otros tantos que se muestran agazapados para la misma carrera.
Enfrente
Un ánimo mucho más festivo reinó en la sede del Partido Justicialista, donde esta vez no sólo celebraban lo que se veía y escuchaba por televisión, acerca de un protagonismo contundente de la fórmula Fernández-Fernández en Nación y Kicillof-Magario en tierras bonaerenses. Ellos, acá, en la ciudad que le vino siendo esquiva en las urnas por décadas le daba un respaldo notable, peleándole voto a voto al mismísimo imbatible Lunghi y superando así el piso deseado, más de 30 puntos.
Dichos números exponían aquello de no sufrir tanto el corte de boleta y, por el otro, la tan mentada unidad peronista Rogelio Iparraguirre la logró, transformándose ya no solo en un candidato si no el conductor del movimiento, como bien lo supo definir el último intendente peronista, Gino Pizzorno.
La previa
En efecto, para el espacio Juntos por el Cambio serrano las expectativas estaban dadas en alcanzar los 60 puntos entre ambas ofertas electorales. Pero lo que apostaba el lunghismo era un triunfo arrollador frente el exdelfín que desafió el estatus quo y levantó las banderas de la necesidad de la alternancia en el propio oficialismo.
Si bien, así, la alianza Radicalismo PRO local logró alcanzar aquel objetivo, el mensaje en las urnas también dejó en claro aquello que pregonaba el contrincante interno, lo de una renovación. Y montado bajo esa idea también quedó subido el mismísimo Rogelio Iparraguirre, quien logró desterrar el famoso “corte” de boleta y retener la gran cantidad de adhesiones cosechadas a nivel nacional y provincial.
Así las cosas, los principales candidatos locales festejaron a sus modos y sus formas. Lunghi sabiendo que está al alcance de su mano una nueva reelección para cumplir su sueño de llegar como el jefe comunal del Bicentenario, pero sabiendo que detrás suyo quedaron instalados dos dirigentes de otra generación, como Marcos Nicolini y Rogelio Iparraguirre, que dejaron de ser una promesa para transformarse en rostros de una renovación que más temprano que tarde estarán con chances de liderar los destinos de la ciudad.