Eduardo Olivero, el chico de La Movediza que realizó 718 vuelos para Italia en la primera Guerra Mundial
Con 16 años aprendió a volar un aeroplano y en 1915 partió rumbo a Italia para enlistarse en las tropas aéreas de ese país, en el marco de la contienda bélica. Su regreso, años después, a la Estación de Trenes y el re-encuentro con su familia y su madre.

La ciudad va mutando su composición y todo tiende a transformarse con el paso del tiempo. En un lugar, de más de 200 años de historia, resulta obvio que al tiempo que crece el poblado, las cosas vayan cambiando. También, las personas y sus historias, que quedarán para siempre en las páginas de la construcción social de Tandil.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEduardo Olivero se había criado, desde que tenía un par de años, al pie mismo de la Piedra Movediza. Allí, su madre y sus hermanas atendían una casa de comidas donde hoy está la proveeduría del Ejército, mientras su padre y sus hermanos mayores que habían trabajado en la construcción de la vía férrea para el primer tren que vino a Tandil se entregaban a la dura tarea de las canteras. Él quería ser aviador.
Un día, sin autorización de sus mayores, trepó a un tren de carga y tomó rumbo a Buenos Aires. Allí se plantó ante el francés Pablo Castaibert que a la sazón tenía una escuela de pilotaje en Villa Lugano y le dijo que quería aprender a volar. Y así empezó su historia.