Clara y Justo Manuel Padín eran hermanos y vivían en la misma casa en la vecina localidad. Ella había alcanzado los 80 años de edad; él tenía tres años menos. 

La mañana del 4 de mayo del año 1934, le resultó extraño a la mujer que él no estuviera en la cocina, donde alrededor de las 9.30 desayunaban juntos todos los días. Fue por eso que se dirigió a su habitación para averiguar el motivo. Y grande fue su sorpresa cuando ingresó a la misma, porque allí estaba el anciano sin vida. 

Tendido sobre un catre, con la cabeza entre las piernas, aferrada por una manga de camisa fuertemente anudada y con los brazos también atados. La muerte, según el médico doctor Griecco, quien fue llamado de inmediato para examinar el cuerpo, se había producido por asfixia.