Las Dinas y sus tres hitos fundantes para un gran presente
Carlos Panighetti compartió la historia de la firma, desde la fundación en 1983, pasando por la relocalización en el Parque Industrial hasta la habilitación de Senasa para comercializar en todo el país y el exterior. Resaltó la sintonía con los colegas y los lazos que se establecen entre las instituciones de Tandil.

“Para nosotros es una fecha de festejo. Es un momento muy lindo, donde año a año vamos consolidando la trayectoria y toda esta experiencia de llevar adelante una empresa familiar que va progresando, que va creciendo, y que la parte jurídica, o la parte empresarial, se va desarrollando al mismo tiempo que las personas físicas”, expresó Carlos Panighetti, de Las Dinas, en el Día de la Industria Chacinera.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailY celebró que “nos encuentra ahora en sintonía de estas dos realidades que trabajan de una manera tan mancomunada, que están tan encarnadas una sobre la otra. La verdad es que nos da, por un lado, mucha alegría desde lo espiritual, y después también, nos da una plataforma más que segura para poder seguir creciendo”.
Sobre la industria local, destacó que “dentro de lo que son las ciudades de economía intermedia, Tandil es la número dos que tiene dos plantas elaboradoras de alimentos chacinados con habilitación Senasa, que están en posibilidad de vender en todo el país e incluso, de exportar. Eso es lindo porque habla del perfil cultural, porque esta manufactura define a la ciudad, independientemente de los estilos productivos, nos define a todos como artesanos”.

Carlos Panighetti de Las Dinas.
En igual sentido, resaltó que “no existen en la ciudad colegas que saquen los pies de la palangana para dejar de ser artesanos y convertirse en adulteradores, o que hagan otro producto que no sea una artesanía. Eso nos define culturalmente”.
Una familia
Al repasar la historia de Las Dinas, Carlos Panighetti describió que “somos una familia que tiene una empresa”, que está conformada por sus padres Carlos y Dina, y sus hermanos Benito (trabaja en la línea de producción de la planta), Dina (ama de casa), Ernesto (a cargo del complejo de cabañas), María José (a cargo de los locales de venta minorista en Martínez y San Isidro), los mellizos Marcelo (administración y ventas) y María Teresa (médica pediatra), y María Bernardita, que es religiosa.
Consideró que hoy la firma transita una curva de crecimiento que se ha acelerado y compartió tres hitos fundantes. El primero, en 1983, cuando la creó su padre, donde “estaría toda la parte genética, toda la génesis de la empresa”. Por entonces, elaboraban en la fábrica anexa a la casa de los padres, en calle Francia, a mil metros de Don Bosco, “en un ámbito plenamente rural, realmente muy bonito, y donde de hecho, tenemos el complejo de cabañas. También, donde funcionó el criadero de cerdos en su momento”.
La primera refundación se produjo hace 13 años, cuando se mudaron a la nueva planta en el Parque Industrial y se produjo una reconversión. “Implicó, de alguna manera, una suerte de ‘desarraigo feliz’ para poder ir a la conquista de nuevos territorios, con una planta nueva, un espacio nuevo, y de alguna manera, con artesanos nuevos que salieron del cascarón de la casa para irse a enfrentar con el mundo”, relató.
En tanto, fijó como tercer hito, hace dos años, la habilitación de Senasa, “el permiso sanitario nacional que nos permite vender en todo el territorio nacional”, y la posibilidad de abastecer a toda la ciudadanía, pero también “de generar un producto de calidad sostenido en el tiempo y donde el artesano se ve revolucionado internamente, en el sentido de que todo aquello que conocía de manera empírica lo empieza a poner en papeles, de manera más científica; a lograr que la misma información que antes llevaba solamente de manera oral pasarla a lo escrito, como pasó con la literatura”.
Volviendo al crecimiento del presente, consideró que “también hay una cuestión de inercia, de haber trabajado bien, de haber hecho un producto distintivo y de calidad, donde el reconocimiento ya sea de la masa social o del nicho va a hacer que el producto se vaya a buscar, o la manufactura sea buscada, apreciada, y eso también nos da la posibilidad de que nosotros podamos mostrarlo en muchos más lugares, porque los ciudadanos van a buscar el producto. Entonces, todo se va volviendo un círculo generoso y virtuoso, en el cual nos vamos desarrollando”.
En paralelo, señaló que cuando llegaron al Parque Industrial eran los tres hermanos y cuatro empleados. “Ese primer escalón de ser una microempresa a convertirse en una microempresa con aspiraciones de pyme, realmente es muy grande, muy arduo”, reconoció y evaluó que “cuando uno logra sortearlo, va a venir después una etapa que es un poco la que uno puede estar observando en este momento, donde se da un crecimiento, una exposición, una alegría, un poco más comentada socialmente”.
Los mercados
-¿Cuáles son los principales puntos de venta?
-Nuestro principal cliente macro sigue siendo la ciudad de Tandil, con todos sus clientes. Después tenemos todo lo que sería el AMBA –CABA y gran Buenos Aires- y lo que está sucediendo es que vamos teniendo clientes en grandes ciudades de provincias o en ciudades turísticas de provincias. Pero, por ejemplo, hay provincias donde todavía no tenemos siquiera un cliente.
Tenemos que aprovechar el momento histórico en el cual estamos, porque tenemos todo el mercado para desarrollar. Nuestro mercado es de especialidad, de nicho, pero lo queremos convertir en un mercado cotidiano, queremos que todos nuestros clientes puedan aprender a perfeccionar su paladar, a degustar nuestros productos y los de otros colegas, para que puedan apreciar texturas, aromas, sabores. Es lo que nosotros generamos hasta ahora, nuestros clientes tienen un nivel de especialidad un poco más alto que la media y en eso estamos trabajando.
-¿Cómo es hoy el plantel de la fábrica?
-Hoy en la fábrica seguimos estando los tres hermanos. Mi papá tiene la supervisión de la dirección y después, 37 empleados.
-Las Dinas forma parte del consejo del DOT (Denominación Origen Tandil), ¿cómo ves esa organización, ese trabajo coordinado y en conjunto con empresas, productores porcinos y profesionales técnicos en la cadena productiva?
-Para mí es una de las claves de lo lindo que es Tandil, la gran institucionalidad que tiene, donde cada una de las instituciones gubernamentales, educativas, las asociaciones intermedias, van generando de una manera natural un montón de lazos. Nosotros desde la DOT, el trabajo con el Municipio con el control de la triquinosis, y para la exposición y mostrar el producto que tenemos en distintas ferias o en otras localidades. La identificación que nosotros tenemos con Tandil es la misma que tiene el Gobierno con la DOT. A su vez, con la Facultad de Veterinarias para la investigación, para la auditoría; con las asociaciones intermedias, ya sea las distintas cámaras, Empresaria, Apymet, Apportan, todos los cluster.
Y la relación que existe entre los colegas, que me llena de alegría y orgullo. Lo que sucede entre colegas el Día del Chacinado, donde nos sentamos en la mesa a conversar los temas de la Denominación de Origen, donde vemos que cada uno de los actores que participan compartimos el 80 por ciento de nuestras realidades de manera cotidiana y prácticamente igual, porque tenemos la misma pasión y el mismo amor por la producción. Después, cada uno le dará su tonalidad, pero somos todos de familia, estamos involucrados con la cotidianeidad de la producción y en llevar nuestro producto lo más lejos posible ya sea en la calidad y en la frontera, y esto se da de una manera tan intensa, tan rica y con tanta naturalidad que no deja de sorprenderme, pero es algo que no dejo de disfrutar.