Acerbi, del alcoholismo y el cáncer al gol más importante de su vida en Champions
El defensor del Inter de Milan venció al cáncer, la depresión y el alcoholismo. A los 37 años, convirtió su primer gol en Champions League y acercó a su equipo a una nueva final.

Superar un cáncer, lidiar con la depresión, dejar atrás una adicción y volver al fútbol profesional parece una historia de película. Pero Francesco Acerbi la vivió en carne propia. A los 37 años, el defensor italiano convirtió su primer gol en la Champions League y lo hizo en el momento justo: a los 93 minutos, para empatar un partido decisivo ante el Barcelona y llevar al Inter de Milan al alargue rumbo a la final del torneo más importante de Europa.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl tanto llegó en el último suspiro. Una pelota perdida en el área, un remate que dio en el travesaño y tocó la red ante la mirada atónita de Szczęsny. Acerbi se sacó la camiseta, gritó desaforado y celebró con los hinchas. No era solo un gol: era el símbolo de una vida que se negó a terminar cuando todo parecía perdido.
Un camino lleno de sombras
Antes de llegar al Inter, Acerbi pasó por siete clubes en Italia. En 2013, al firmar con Sassuolo, su revisión médica arrojó un resultado inesperado: un tumor testicular que lo obligó a operarse de urgencia. Parecía haber ganado esa primera batalla, pero meses después el cáncer regresó con más fuerza y lo apartó del fútbol por un año.
Pero esa no fue su única lucha. Años antes, la muerte de su padre lo había hundido en una profunda depresión. El alcohol se convirtió en su refugio. Durante su paso por el Milan, apenas jugó diez partidos. Iba a los entrenamientos después de noches de excesos. Dormía poco, vivía mal, y el fútbol dejó de tener sentido.
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“El cáncer fue mi suerte. Doy gracias a Dios por haberlo tenido", declaró tiempo después. Su enfermedad lo obligó a enfrentar su vida con crudeza: "Un año después de mi enfermedad me desperté con un ataque de pánico. Pensé en todo lo que les hice pasar a mis padres. Esa mañana tenía miedo de mi propia sombra", confesó.
La enfermedad como punto de inflexión
Tras la recaída, llegó la quimioterapia, la caída del cabello, las náuseas, la debilidad física. Y también, una transformación. Comenzó terapia, dejó el alcohol, cambió su alimentación, su entorno y su mentalidad. “Sin la enfermedad habría acabado jugando en la Serie B, o retirado. Por fortuna, alguien me amaba y me mandó esta prueba. Sin eso, hubiera terminado muy mal. Nadie me habría salvado”, sostuvo.
Volvió al fútbol con otra mirada. Se convirtió en referente en la Lazio y luego en el Inter. Y el 6 de mayo de 2025, escribió el capítulo más emocionante: su primer gol en Champions, el empate que permitió el pase a la final, la consagración de una vida entera de lucha.
Hoy Acerbi es más que un jugador. Es un ejemplo de resiliencia, un testimonio viviente de que caer es parte del camino, pero levantarse puede cambiarlo todo.