Juan Manuel Casut brilló en la selva misionera
Juan Manuel Casut fue uno de los representantes tandilenses en el ultramaratón de hace unos días en la ciudad misionera de El Soberbio.
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El atleta local se adjudicó el triunfo en la categoría de entre 20 y 29 años, y se ubicó 11ro. en la clasificación general.
A su regreso, brindó detalles en diálogo con El Eco de Tandil:
“Competí en un ultramaratón de aventura, en el cual se presentaron distintos niveles del altimetría. Me fue bien, tuve buenas sensaciones. El circuito se complicó un poco porque llovió desde la tarde del jueves previo a la carrera hasta la noche del día siguiente. Entonces, el sábado transitamos con mucho barro, no se podía hacer pie. Igualmente, correr en la selva fue una experiencia única. En mi caso, que largué a las 5 de la mañana, amanecí en la selva. Tardé 10 horas y 47 minutos, por lo que llegué cerca de las 4 de la tarde. Fui primero en mi categoría (20-29 años) y decimoprimero en la clasificación general”, comenzó narrando Casut.
-Un clima particular.
-Sí, cuando largué no se veía nada por la niebla. También había mucha humedad, aunque dentro de todo fue un día fresco. El lugar me encantó, hay paisajes diferentes y la cultura de la gente es totalmente distinta a la que uno ve por acá.
-¿Fue tu primera carrera de esta naturaleza?
-He hecho algunas similares, suelo viajar a correr. El año pasado fui al K21 de Salomon en Villa Pehuenia. Para este año me había puesto como objetivo intervenir en un ultramaratón de aventura. Pude hacer éste de 80 kilómetros.
-¿El resultado estuvo acorde a tus expectativas?
-Sí, llegué muy bien preparado y pensaba andar bien. Quizá esté un poquito por encima de lo que esperaba. Estoy contento. De los diez primeros de la general quedé a un tiempo considerable, pero si analizás que es una distancia muy larga, lo amplio de la diferencia es relativo. Es decir, lo que te sacan por kilómetro no es tanto. El ganador sí se separó bastante, salió decidido a quedarse con la carrera y después de los primeros diez kilómetros no se lo vio más.
-¿Cómo dosificás tus energías teniendo en cuenta que los entrenamientos son sobre distancias más cortas?
-Es todo un tema. Personalmente, lo manejo por sensaciones, por cómo me voy sintiendo en determinado tramo de la carrera. Hay un control sobre las pulsaciones, algo que hemos planteado con Roberto (Lemma, su entrenador). En esta carrera se te disparan mucho por el tema de las lomas, entonces más que nada estaba pendiente de cómo me sentía. Uno conoce su cuerpo y este te da señales, si vas exigido lo notás y el cuerpo te va a “pasar la factura”. En estas carreras, la meta principal es llegar.
-¿Tu físico respondió como presagiabas?
-Sí. Lo que sufrí fueron algunos bajones anímicos. De pensar “estoy muerto y falta un montón”. Pero siempre encontrás algo o alguien que te saca adelante. En el kilómetro 50 me salió una ampolla en el pie que no me permitía ni caminar. Pedí una curita o un poco de cinta en un puesto de control y no tenían. Justo me crucé con una chica que corría y me dio un poco de cinta, me senté en una piedra, me vendé y eso me renovó mentalmente.
-¿Cuánto hay de placer y cuánto de sufrimiento en este tipo de carreras?
-Es por etapas. En determinado momento te sentís bien, disfrutás. Y después, llega un momento en el que decís “quiero llegar, no doy más” y mirás el reloj. Además, este año, el recorrido se amplió por la crecida de un arroyo. En mi caso, terminé haciendo 86 kilómetros, cuando el recorrido original era de 80. En tanta distancia, seis kilómetros más no es tanto. Pero en la carrera de 30, se les alargó hasta casi los 40. Igual, más allá de la distancia o el desnivel con que me pudiese encontrar, mi principal preocupación era ver cómo iba a responder ante la humedad y el calor, porque en Tandil venía entrenando con otras condiciones.
-¿Fuiste “tirando” con otros competidores?
-En los primeros kilómetros, corrí con dos que conocía de vista. Pero comprobé que iban demasiado rápido para lo que yo tenía diagramado, así que preferí quedarme atrás y privilegiar mis sensaciones. De ahí en más, fui solo durante toda la carrera.
-¿Cuál fue tu estrategia de carrera?
-Pensamos en aprovechar las bajadas, y cuidarnos en las subidas, manteniendo las pulsaciones dentro de cierto límite. Pero el plan se nos descompaginó un poco por cómo estaba el circuito. Las lomas había que subirlas como se podía, no se hacía pie. En las bajadas había que tener un cuidado extremo porque era patinar permanentemente. Todo eso, sumado al caudal de agua con el que nos cruzábamos.
-¿Cómo son tus entrenamientos?
-Hace tres o cuatro años entreno con Roberto. El me pasa el plan porque por una cuestión laboral no puedo integrarme a su grupo. Me gusta mucho la distancia de ultramaratón y pienso enfocarme en ella.
-¿Cómo reacondicionás tu físico tras una prueba de tan alta exigencia?
-Volví a trotar más de una semana después de la carrera. La cabeza te pide volver a correr porque es un hábito que tenés, pero el cuerpo no está preparado. Físicamente me siento bien, no tengo dolores, pero el cuerpo aún no está para ser exigido, es así que empiezan las lesiones.
-¿Qué objetivos tenés por delante?
-Voy a preparar el cruce OSDE, que es en enero. Es una carrera que particularmente me gusta mucho, por la organización, los circuitos, por todo. Aparte, me siento muy bien en carreras de dos días como ésa.
Agradecimientos
“A mis viejos, que me bancan siempre en lo diario. A mi novia y a mis suegros, que me aguantan todas las exigencias de mis entrenamientos y carreras. También a Roberto Lemma, mi entrenador, mi guía que siempre está, tanto en la planificación como en la motivación, y a todo su grupo de entrenamiento, que siempre están pendientes de cómo me va”.
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