Rehabilitación neurológica: un camino de pequeños logros que transforman vidas
Con un abordaje interdisciplinario, acompaña a niños y adultos en procesos que pueden ser de por vida. La importancia de la intervención temprana, el trabajo en equipo y el valor de celebrar cada avance, por mínimo que parezca.
La rehabilitación neurológica es un proceso terapéutico que busca mejorar la calidad de vida de las personas que nacen con una patología neurológica o la adquieren a lo largo de su vida. Se trata de un abordaje integral, llevado adelante por un equipo interdisciplinario.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAgustina Collado, kinesióloga, especialista en Rehabilitación Neurológica, explicó que “es un proceso terapéutico llevado a cabo por un equipo. Lo ideal siempre es que sea interdisciplinario. Kinesiología es una de esas ramas”.
En diálogo con Eco Salud de El Eco Multimedios, indicó que “ese equipo suele estar conformado por médico fisiatra, terapista ocupacional, fonoaudiólogo, psicólogo, psicopedagogo y kinesiólogo, aunque muchas veces se suman profesionales de otras áreas. Puede ser hasta yoga”.

Intervención de la rehabilitación neurológica
Collado detalló que entre las patologías más comunes que requieren rehabilitación neurológica se encuentran “parálisis cerebral, mielomelingocele y autismo, en niños. En adultos, ACV, trauma de cráneo, síndrome de Guillain-Barré, mielitis, lesiones medulares, Síndrome de Down y enfermedades neuromusculares”.
En las terapias, el kinesiólogo se centra en el desarrollo de habilidades motoras gruesas: “el control de cabeza, mantenerse sentado, poder pararse, caminar, correr, saltar. Yo me dedico más a niños, donde muchas veces los padres quieren que el niño camine, cuando a veces ni siquiera controla su cabeza. Entonces hay que trabajar todo un proceso”, detalló.
La profesional subrayó la importancia de un trabajo en conjunto con otros especialistas: “estas habilidades dan la base para un montón de otras cosas, como la deglusión, poder comer, agarrar un lápiz o respirar bien”.

Además, destacó que la rehabilitación neurológica requiere aceptar los tiempos propios de cada paciente, por eso “trabajamos mucho en la frustración, porque el ritmo lo marca el otro, no lo marca uno. No es lo mismo rehabilitar un tobillo en diez sesiones que una lesión neurológica, ya que en este caso es de por vida”.
Los pequeños logros
Los avances, aunque mínimos, cobran un enorme valor, indicó Collado, para quien “esos mini logros son los que sostienen el proceso. Hace unos días un papá me dijo que su hijo ‘se sentó solo en la cama’. Para nosotros es algo mecánico, automático. Pero para esa familia fue un montonazo”.
Para medir esos progresos, se trazan objetivos funcionales, “no es lo mismo que un niño pueda mantenerse sentado dos minutos que diez. Cuantificar nos da información para ver si mejoró y también le permite a la familia valorar ese avance”, indicó.
En ese camino, los objetivos que se propone cada persona resultan centrales. “Yo uso siempre la misma frase, con todos, adultos, niños, no importa la edad que tengan: 80/20. El 80 por ciento lo hace el paciente y el 20 por ciento lo pongo yo. Mi conocimiento, los años de carrera, mis ideas, hasta mis humoradas, porque trabajo con niños y tenes que ser un poco payaso. Las ganas y el objetivo los pone el paciente, incluso cuando es un bebé”, señaló la kinesióloga.
La especialista aclaró que también en enfermedades degenerativas, como la ELA, la intervención es valiosa. “Lo que tienen las degenerativas o neuromusculares es que avanzan progresivamente y uno no frena ese avance. Lo que hacemos es sostener lo más posible las habilidades funcionales: comer, respirar, mantenerse sentado, pararse, caminar. Son tratamientos más bien paliativos, pero en el durante buscamos mantener lo que se tiene, porque es muy difícil mejorar”, explicó.
La importancia de la intervención temprana
En cuanto al momento adecuado para iniciar la rehabilitación, la kinesióloga fue clara: “cuando son enfermedades de nacimiento, lo importante es que sea lo antes posible, aunque no haya diagnóstico”.
En los casos adquiridos, como un accidente cerebrovascular o un trauma de cráneo, “los primeros seis meses resultan fundamentales para lograr cambios significativos. Después de los doce meses se habla más de mantenimiento. Aunque he visto logros luego de años de trabajo duro”, aclaró la especialista.
Siempre hay algo para hacer
Y concluyó con una reflexión que resume su mirada profesional y humana: “siempre hay algo para hacer. Lo primero que busco con los niños es hacerlos reír. Si logramos eso, ya hay un cambio desde lo emocional y lo neurofisiológico. Esa sonrisa libera neurotransmisores que mejoran la función cerebral. Por eso, aunque los procesos sean lentos, cada pequeño logro vale la pena”.
A Agustina Collado la pueden encontrar en Nos, Usina de Ideas (calle 14 de Julio 178) y en RIEN, Equipo Terapéutico (calle Pedro Hansen 360)
Más de 143 años escribiendo la historia de Tandil