El legado de Osvaldo Zarini: anécdotas y mística detrás de la fundación de la UNICEN
A través de un emotivo relato en los estudios de El Eco, Lucía Colombo y Roberto Tassara reconstruyeron la figura del mentor de la educación superior en la ciudad, destacando su capacidad de convocatoria, su audacia para concretar proyectos imposibles y el sacrificio personal que realizó para sostener el sueño de0 la universidad propia.
La historia de Tandil no se puede explicar sin la impronta de aquellos visionarios que, con más voluntad que recursos, transformaron el tejido social y cultural de la región. Entre ellos, la figura de Osvaldo Zarini emerge con una fuerza singular, no solo como un gestor educativo, sino como un líder capaz de movilizar a toda una comunidad detrás de una utopía.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEsta atmósfera de nostalgia y reconocimiento se hizo presente durante la participación de Lucía Colombo y Roberto Tassara en el desayuno de Tandil Despierta que se emite por El Eco Streaming, Eco TV y Tandil FM 104.1. Ambos, quienes fueron colaboradores directos del fundador desde su juventud, compartieron detalles inéditos sobre los cimientos de lo que hoy es la UNICEN y la personalidad de un hombre que, según definieron, "inventó la Hora 25" para que el tiempo le alcanzara para cumplir sus metas.
Colombo y Tassara coincidieron en que Zarini poseía un magnetismo especial para reclutar voluntades, incluso entre los más jóvenes. La mística que rodeaba sus acciones no era fruto del azar, sino de una convicción inquebrantable que se traducía en hechos concretos. Para los entrevistados, no se trató simplemente de la creación de una institución, sino de un movimiento que buscaba la dignidad de la persona a través del conocimiento.
Una convocatoria basada en la credibilidad
Roberto Tassara, exrector de la Universidad Nacional del Centro de la Provincia de Buenos Aires, recordó con precisión el momento en que su camino se cruzó con el de Zarini. Fue en 1964, cuando apenas cursaba el cuarto año en la Escuela de Comercio. Según relató, el líder educativo tenía una capacidad de persuasión que nacía de la sensatez de sus palabras y la firmeza de sus actos.
"Su convocatoria era impresionante porque era creíbl", señaló Tassara . La clave del éxito de Osvaldo Zarini residía en que no vendía ilusiones vacías, sino que demostraba con el ejemplo cada paso que daba. Esa seguridad fue la que permitió que alumnos secundarios se involucraran en una gesta que, para muchos adultos de la época, parecía un desvarío.
Por su parte, Lucía Colombo rememoró su primer encuentro con el fundador cuando ella tenía solo 16 años. El llamado se produjo durante un recreo escolar, una situación que la llenó de nerviosismo. Sin embargo, al conocerlo, comprendió que Zarini buscaba algo más que empleados: buscaba apóstoles de una causa. Colombo comenzó su labor ad honorem en el Departamento de Enseñanza Superior, donde aprendió a escribir a máquina "al tacto" bajo la supervisión de un hombre que exigía excelencia.
Ese método de trabajo, estricto pero profundamente motivador, forjó a una generación de profesionales que entendieron la gestión pública como un servicio. Para Colombo, Zarini no solo enseñaba administración, sino que transmitía una filosofía de vida donde el trabajo y el estudio eran los pilares fundamentales para el crecimiento de cualquier sociedad.
La "Zariñada" y la compra del Palace Hotel
Uno de los hitos más recordados de la historia universitaria local es la adquisición del edificio donde hoy funciona el Rectorado, en la calle Pinto. Tassara compartió un relato del escribano Caracotche que ilustra la audacia casi rayana en la imprudencia que caracterizaba a Zarini cuando se trataba de avanzar por la institución. El objetivo, en 1969, era comprar el Palace Hotel, a pesar de que la Universidad no contaba con los fondos necesarios para tal empresa.
La oportunidad se presentó el 14 de enero de 1971, con la visita a Tandil del entonces gobernador, el brigadier Rivara. Zarini, en una maniobra que sus allegados bautizaron como una "Zariñada", decidió presionar para que el boleto de compraventa se firmara en ese mismo instante, aprovechando la presencia de las máximas autoridades. Mientras el dueño del hotel vacilaba, el escribano Caracotche logró un "pacto de caballeros" para tener la documentación lista en minutos.
En medio de un discurso público y tras recibir una señal de su colaborador, Zarini anunció ante la multitud: "Señores, los invito a trasladarnos al edificio de enfrente que acaba de adquirir la universidad". El anuncio fue una sorpresa total, incluso para quienes debían autorizar el dinero. La presión pública generada por el anuncio y la presencia de los funcionarios nacionales y provinciales obligaron a que el apoyo económico se concretara posteriormente.
Este episodio quedó grabado como una de las muestras más claras de su genio político. Zarini entendía que, en ocasiones, la realidad debía ser forzada por la voluntad para que las grandes transformaciones ocurrieran. Aquel edificio, que parecía inalcanzable, se convirtió en el corazón administrativo de la UNICEN gracias a un acto de valentía y estrategia comunicacional.
Sacrificio personal y vocación docente
Permitió asomarse a la intimidad del "Papi", como lo llamaba su hija Cristina Zarini. A través de una carta enviada por ella y leída por Lucía Colombo, se reveló que el fundador se levantaba a las cuatro de la mañana para estudiar en voz alta mientras caminaba por la terraza de su casa. Su dedicación era total, restándole horas al sueño y a su propia familia.
Un dato que conmovió a los presentes fue la revelación de que Zarini llegó a hipotecar su propia casa para sostener los gastos corrientes de la universidad cuando las partidas presupuestarias no llegaban. Este gesto de entrega absoluta muestra que su compromiso no terminaba en el discurso, sino que ponía en riesgo su propio patrimonio por la causa educativa. Afortunadamente, esa deuda pudo ser cancelada tiempo después gracias a la solidaridad de amigos y colaboradores que no permitieron que su mentor perdiera su hogar.
A pesar de los altos cargos que ocupó y de su influencia política, su mayor orgullo siempre fue el de ser maestro. Cristina recordaba que su padre solía pedir que se abrieran las cortinas al entrar al aula, bajo la premisa de que "el sol mata los microbios". Esa frase era, en realidad, una metáfora sobre la educación: la luz del conocimiento era la única herramienta capaz de eliminar las sombras de la ignorancia.
Este Zarini íntimo, el que caminaba por las madrugadas tandilenses rumiando proyectos, es el que dejó una huella imborrable en quienes lo rodearon. Su vida fue un testimonio de que la pasión, cuando es genuina, logra contagiar incluso a los más escépticos y transformar la geografía de una ciudad.
El estallido de júbilo y un legado vigente
El reconocimiento oficial de la Universidad, ocurrido el 30 de abril de 1968, marcó un antes y un después para Tandil. Lucía Colombo recordó con emoción el momento en que las sirenas del diario Nueva Era anunciaron la noticia a toda la ciudad. "Salimos todos a la calle, de la mano, cantando", relató, describiendo aquel suceso como la luz emergiendo de los ojos de Zarini, tal como lo había expresado su hija en la misiva.
Aquel festejo espontáneo no fue solo por un decreto administrativo, sino por la validación de un esfuerzo colectivo. La ciudad entendió que, a partir de ese momento, el destino de sus jóvenes ya no estaría necesariamente atado al desarraigo para poder alcanzar un título de grado. La universidad era, finalmente, una realidad tangible y propia.
Tanto Lucía Colombo como Roberto Tassara concluyeron que no se trata de fomentar un "Sarinismo" personalista, sino de honrar una forma de hacer y de pensar la comunidad. El legado de Zarini no son solo las paredes de los edificios universitarios, sino la ambición colectiva de una región que aprendió a soñar en grande.
Hoy, la UNICEN se erige como el testimonio vivo de aquella "Hora 25" que Zarini supo inventar. A décadas de su partida, su figura sigue convocando a la reflexión sobre la importancia de la educación pública y la necesidad de líderes que, con la misma ética y audacia, sigan empujando los límites de lo posible para el bienestar de Tandil.