FRASES EN LA HISTORIA
París bien vale una misa
(Enrique IV, rey de Francia,1553 -1610)
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A partir de los 95 tesis presentadas por Lutero en Wittenberg, que darán origen la Reforma protestante (1517) y con el conveniente (e interesado política y económicamente) apoyo de los príncipes alemanes, se genera un conflicto entre los que adhieren al clérigo alemán y los que permanecen fieles a Roma.
La disputa escala también a través de disturbios iconoclastas y lesiona el poder del emperador Carlos V, que no logra contener a los reformadores, quienes a su vez impulsan a sus príncipes a reprimir revueltas campesinas en demanda de mejores condiciones de vida (como la de Muntzer, teólogo y predicador, considerado por muchos como precursor del comunismo por sus ideas sobre los bienes y su distribución social, quien fue líder e ideólogo de la llamada “guerra de los campesinos alemanes” entre 1524-1525), quien inicialmente estaba ligado a Lutero pero luego lo enfrenta convencido de que no es el reino de Dios lo que él busca.
Resultado de estos conflictos que debe enfrentar Carlos V (con escaso poder real) sobre los príncipes alemanes, la fe resulta impuesta por el poder político (sea católico o luterano) y no como resultado de la libertad individual preconizada por Erasmo o el propio Lutero.
A la vez, los reyes negocian acuerdos (llamados concordatos) con el Papa, que suponen la intervención de la autoridad civil en asuntos eclesiásticos en los nombramientos y control del clero.
En Francia, Francisco I se opone a los protestantes, viéndolos como contrarios a su autoridad, y a partir del problema de los “pasquines” (incidente en el cual se pegaron libelos difamatorios hacia la religión católica hasta en el dormitorio del propio rey), comienza la persecución.
Su sucesor, Enrique II, persigue a los protestantes tenazmente, pero a pesar de ello, y Calvino mediante, ganan adeptos.
Los reyes, príncipes y nobles de Francia y España guerrean entre ellos por tierras poder y riquezas, y por la verdad de su fe, apoyándose en la pequeña burguesía y el fanatismo religioso.
Católicos y hugonotes se masacran mutuamente e incluso, algunos de sus líderes cambian de bando como Antonio de Borbón, que será rey de Navarra y padre de Enrique III.
El casamiento de Enrique III de Navarra -educado en el calvinismo por su madre- con Margarita, la hija de Catalina de Medicis (católica), aumenta los conflictos.
En los primeros años, la guerra favorece a los hugonotes, pero “La Noche de San Bartolomé” pondrá fin a sus expectativas. El 24 de febrero de 1572 miles de hugonotes son asesinados en Francia.
En la corte de Francia, Enrique III de Navarra se salva de la muerte por su condición real y se convierte al catolicismo, pero rápidamente abjura de su adhesión y se pone al frente de las tropas protestantes.
Debido a la muerte del hermano del rey y a ser reconocido como heredero del trono de Francia se reconcilia con el rey (católico) Enrique III de Francia.
Pero el rey es asesinado y Enrique III de Navarra hereda la corona de Francia como Enrique IV, aunque sólo es reconocido por los hugonotes. Los católicos y otros reyes (entre ellos el de España que tenía fundadas aspiraciones al trono de Francia para su hija) no lo reconocen. Debe retirarse al sur y combatir. Obtiene éxitos pero no puede lograr el dominio de París.
Finalmente, las intrigas y especulaciones de las cortes francesa y española lo ponen en la opción de abjurar nuevamente de su fe protestante y convertirse al catolicismo.
Es cuando le es atribuida la frase “Paris vaut bien une messe” (París bien vale una misa) y logra ser aceptado por todos como rey de Francia.
Durante su reinado se establece la tolerancia religiosa mediante el edicto de Nantes, el reconocimiento del catolicismo como religión oficial y logra la pacificación de los conflictos religiosos que durante cincuenta años habían ensangrentado a Francia.
Enrique IV es venerado por muchos franceses que aun hoy lo homenajean el día de su entrada a París y lo reconocen como el mejor rey de Francia.