FRASES EN LA HISTORIA
Soldados, desde lo alto de esas pirámides cuarenta siglos os contemplan . . .
Por Daniel Xodo
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(Napoleón Bonaparte, 1769-1821)
Francia 1798. Napoleón Bonaparte es un joven y ambicioso general que ha demostrado su valor y aptitud militar. Se ha destacado en el sitio de Tolón, importante baluarte antirrevolucionario, por su eficaz manejo de la artillería.
Defiende al Directorio (máximo organismo de gobierno de la Revolución Francesa) de una manifestación en su contra -lo cual lo hace ganar prestigio en el nuevo gobierno-.
Ha triunfado contra la coalición opositora a la Revolución Francesa en Italia (Austria, Prusia, Gran Bretaña, España y otros), logrando acuerdos -por la razón o la fuerza- entre los cuales uno que traerá otros problemas, el de Campo Formio.
París lo recibe como un héroe y tiene el beneplácito del Directorio, aunque también su recelo.
El Directorio desconfía de sus intenciones, lo cual queda demostrado en las palabras de uno de sus superiores, el Gral. Dugommier: “Promocionad a éste, o se promocionará el mismo”.
Poco después, se casa con Josefina de Beauharnais, amante de Barras, miembro del Directorio y protector de Napoleón.
Napoleón se aburre en París. Deliberadamente se muestra sin su uniforme. Asiste a reuniones científicas. Dialoga con matemáticos como Laplace o Monge y químicos como Bertholet.
No obstante la fama de que goza no le inspira confianza en su futuro.
“En París no se conserva el recuerdo de nada, si continúo sin hacer nada estoy perdido”, reflexiona.
Para asegurar la revolución -y también alejar a Napoleón de París, donde merodean conspiradores que podrían tentarlo a hacerse con el poder– aparece en el Directorio la idea de invadir Inglaterra que es rechazada por el mismo Napoleón considerando el poder naval de los ingleses, pero surge una alternativa, Egipto y Siria; formalmente súbditos del Imperio Otomano, a fin de bloquear la línea de aprovisionamiento de los ingleses que han perdido las colonias americanas y de este modo debilitarlos.
Y a Napoleón siempre lo ha fascinado Oriente. ¿Sería ese el camino para dominarlo?
La expedición es armada con más de 300 barcos y 40.000 hombres entre ejército y marinos. Y lleva con él cerca de 200 científicos y personalidades de muy diversas disciplinas. Matemáticos, ingenieros, físicos, geógrafos, naturalistas, biólogos, arqueólogos, juristas y también artistas.
En el camino, elude casualmente la flota de Nelson -confrontar con ella hubiera significado el desastre-.
Trata de reabastecerse en Malta. Como le es negado se apodera de la isla en manos de los Caballeros de la Orden de San Juan.
Desembarca y toma Alejandría. El camino a El Cairo es penoso para sus tropas por el calor, la sed y el constante asedio de los mamelucos. Pero próximo a las pirámides, ampliamente superado numéricamente se atrinchera y arenga con la frase que ha quedado en la historia: “Soldados, cumplid vuestro deber, desde lo alto de esas pirámides cuarenta siglos os contemplan”...
Y a pesar de la superioridad numérica de combatientes las cimitarras y alfanjes no pueden con la artillería francesa.
La expedición termina en un fracaso, pero Napoleón es llamado a conjurar otros peligros y vuelve victorioso a Francia.
El 18 Brumario (9 de noviembre en el calendario de la Revolución Francesa) está próximo. El Directorio de la Revolución perece.
Napoleón Bonaparte será cónsul y comenzará su carrera hacia el Imperio.