¿Qué significa hoy comer “saludable”?
Después de más de 30 años, la FDA cambió su definición de "saludable" para dejar atrás los ultraprocesados con etiquetas engañosas y reivindicar los alimentos reales. ¿Qué impacto puede tener esto en la Argentina?

Hace apenas unos meses, la FDA (Administración de Alimentos y Medicamentos de Estados Unidos) hizo algo histórico: cambió por primera vez en más de 30 años la definición de “alimento saludable”. Y aunque pueda parecer un tema lejano —una decisión técnica en otro país— lo cierto es que estos cambios marcan tendencia a nivel global. Trazan el rumbo de cómo entendemos la alimentación y nos invitan también desde la Argentina a cuestionar nuestras propias etiquetas, hábitos y elecciones.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailDe los nutrientes sueltos a los alimentos reales
Hasta ahora, un alimento podía declararse “saludable” si tenía poca grasa total, sodio o colesterol, y sumaba alguna vitamina o mineral. Bajo ese criterio, muchos productos ultraprocesados lograban lucir una etiqueta saludable simplemente por agregar nutrientes sintéticos… aunque estuvieran cargados de azúcar o fueran nutricionalmente vacíos.
Paradójicamente, alimentos nobles y completos como el salmón, la palta, las nueces o el aceite de oliva quedaban afuera del radar por contener “demasiada grasa total”. Como si todas las grasas fueran iguales. Como si lo natural necesitara disfrazarse.
La nueva definición de la FDA, que entró en vigencia en abril de 2025, rompe con ese paradigma obsoleto. Ya no alcanza con sumar un nutriente aislado. Ahora, para etiquetar un producto como “saludable”, se deben cumplir tres condiciones claras:
- Tener bajo contenido de azúcares agregados, sodio y grasas saturadas
- Incluir ingredientes reales y pertenecientes a los grupos alimentarios recomendados (verduras, frutas, granos integrales, proteínas magras, frutos secos, legumbres)
- Respetar límites razonables según el tipo de alimento (no es lo mismo un mix de frutos secos que una salsa industrial)
Esto permite reivindicar alimentos naturales que antes eran injustamente excluidos, como huevos, aceite de oliva, frutos secos y pescados grasos. Y pone un freno a productos que “simulan” ser saludables pero no lo son.
¿Y en la Argentina?
Aunque esta normativa aún no rige en nuestro país, su impacto ya se siente. Porque vivimos en un mundo interconectado, donde las tendencias alimentarias y los modelos regulatorios se retroalimentan. Esta nueva forma de entender la alimentación refuerza un mensaje que muchos venimos impulsando hace tiempo: lo saludable no se mide solo en calorías ni en etiquetas. Se mide en calidad, en origen, en procesamiento, en lo que aporta (y en lo que no disfraza).
En nuestras góndolas, vemos cada vez más consumidores que leen ingredientes, que buscan productos sin ultraprocesar, sin azúcares ocultos, sin marketing engañoso. Personas que quieren alimentarse mejor, pero también necesitan herramientas claras y honestas para elegir. Esta redefinición global de “saludable” puede ser una brújula útil también para nosotros.

Marcas limpias, conciencia y equilibrio
Este cambio abre además una gran oportunidad para las marcas limpias, esas que priorizan ingredientes reales, sin aditivos innecesarios, sin etiquetas tramposas. Hoy más que nunca, el mercado empieza a premiar la autenticidad y la transparencia. Ya no alcanza con decir “light” o “fit”. Lo que vale es lo que hay adentro.
Y aunque estas nuevas normas ayudan, el gran cambio es interno. Como consumidores, como madres, padres, profesionales, ciudadanos, tenemos el poder de elegir qué ponemos en nuestro plato y qué valores sostenemos con nuestras decisiones cotidianas.
La salud también es disfrute
Como bien dijo el Dr. Christopher Gardner, uno de los impulsores de este cambio: “Si comiste bien todo el día, y ahora querés darte un gusto no tan saludable, hacelo. Comer también es placer.”
Porque sí, alimentarse bien no es vivir restringido. Es elegir con conciencia, disfrutar con libertad, y saber que lo saludable no es una moda ni una etiqueta: es un camino que se construye día a día, con alimentos reales, elecciones informadas y una dosis justa de disfrute.
MV UBA DH, Microbióloga, Esp. en Wellness