Bicho moro, la plaga del verano que arrasa con todo y desvela a los productores ecológicos

Entre varios de los desafíos que apareja llevar adelante una producción de cultivos orgánicos, naturales, ecológicos sin dudas uno de los que más atención demanda es el control de los conocidos como “bichos moros”.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEste pequeño se hace presente mayormente en las huertas máxime cuando el clima es muy caluroso y seco. Desde La Movediza hasta Villa Aguirre, desde Azucena hasta De la Canal, y casi todas las zonas del Partido de Tandil, han sufrido en mayor o menor medida la visita del insecto en lo que va de este período estival, incluso algunos lo tienen desde noviembre.
Si bien es cierto que cada organismo o especie cumple una función dentro del ecosistema permitiendo una asociatividad muchas veces beneficiosa la realidad es que podría decirse que el moro es el terror de los agricultores que no usan venenos, porque verdaderamente arrasa con todo a su paso y hay pocos métodos naturales con alta efectividad para combatirlo.
Esta vez, desde Hábitat y Conciencia elegimos enfocarnos un poco en el ciclo de este bichito, contar de qué se trata, cómo es que provoca tanto daño, qué plantas prefiere y propiciar de algunas alternativas para emplear en los huertos y cultivos.
Se crían bajo tierra
Técnicamente son insectos que pertenecen al orden de los Coleópteros y dentro de este a la familia de los Meloideos. Recibe el apodo de "bicho moro" por el color de su pellejo que se asemeja al pelaje moro de los equinos, pero su nombre científico es Epicauta.
Físicamente, son grisáceos con puntuaciones o manchitas negras y miden de 13 a 17 milímetros de largo, con una cabeza acorazonada y una especie de cuello. Los adultos son fitófagos, quiere decir que mediante el aparato bucal masticador provocan defoliación, o sea caída prematura de las hojas de las plantas que come.
Ellos ponen sus huevos, que son cremosos y alargados, debajo de la tierra o huecos del suelo, de donde nacen las larvas primarias de apenas 1 milímetro pero con fuertes mandíbulas y con patas ambulatorias caracterizadas por tener tres uñas en las extremidades.
Todo el estado larval se desarrolla bajo el suelo, mientras se alimentan de otros insectos, principalmente de huevos de tucuras y langostas, para después de 4 o 5 días convertirse en larva secundaria, que alcanza unos 14 mm de tamaño, ya con un color más blancuzco.
Cuando llega a su máximo crecimiento, se entierra aún más para luego transformarse en "pseudopupa", un estado completamente diferente de los anteriores y semejante a un grano de café, de color amarillo-naranja.
Así pasa todo el invierno bajo tierra, hasta que en primavera vuelve a transformarse en larva terciaria, más activa y móvil. Al cabo de algunos días se transforma otra vez, para dar lugar a la pupa, con aspecto similar al insecto adulto, que 10 a 15 días después aparece, en los meses de octubre o noviembre.
Estar alertas es la mejor prevención
Es necesario estar muy atento para advertir su presencia, ya que como pasa por lo menos ocho meses bajo tierra y comienza a emerger a las plantas para alimentarse de ellas y volver a reproducirse, no es fácil de distinguir a simple vista, porque muchas veces se sitúa en la cara anterior de las hojas.
El bicho moro se multiplica tan rápido y su forma de morder es tan voraz que inevitablemente se convierte en una plaga difícil de manejar. Se los puede ver volando por otras zonas del campo y esa es una señal de población abundante.
En cuestión de horas puede terminar con las hojas de una planta dejando solamente las nervaduras y provocando que el vegetal se debilite y termine muriendo, sin poder madurar sus frutos, o sea que es capaz de acabar con una producción.
Sus preferencias son los tomates, morrones, acelgas, berenjenas, kales y casi cualquiera de los cultivos típicos de la época, incluso en Tandil se registraron grandes ataques en plantaciones de amaranto y soja.
El mejor sistema de prevención es estar atentos, alertas, y ni bien se halla uno activar porque quiere decir que hay más, pero no todos los métodos son completamente eficaces si de tratamientos naturales u orgánicos se trata.
Prevención y control
En el caso de una huerta que vende sus verduras al público, los productores revelaron que lo que más resultado les está dando es dedicarle varios minutos cada día a aplastarlos con la mano, uno a uno, y así mantienen cierto equilibrio. Cada mañana se levantan y revisan las plantas desde abajo principalmente, que es donde se resguardan mejor. Años atrás ha hecho estragos tan velozmente que debieron descartar numerosas variedades de verduras y hortalizas.
En otros casos también locales, ya la experiencia les ha demostrado que en los veranos secos una parte de la producción termina destinada a los moros, entendiendo que es parte de la naturaleza y adecuándose a un menor rinde.
Sin embargo, hay otras alternativas también ecológicas para tratar esta plaga en las huertas o plantaciones, entre las cuáles la más conocida que se suele sugerir es lo que se conocen como “método Frailesco” y consiste básicamente hacer un concentrado de moros.
Para esto, hay que agarrar unos dos puñados de este insecto, aplastarlos para que suelten su aroma y mezclarlos con 1 litro de agua, dejar la mezcla macerar por algunos días y luego pulverizar sobre los cultivos. Esto inunda de olor a “bicho moro” que, si bien uno no lo percibe tanto, los pares que lleguen pensarán que hay muchos de su especie y que no habrá comida, entonces se marchan.
Otros métodos ecológicos
Más allá del purín, la matanza a mano y uno por uno, y dejar una parte de la producción para que se la lleven los moros, hay otras maneras posibles.
Hierbas favorables: el yuyo colorado y la verdolaga son plantas que atraen al bicho moro, por lo que no conviene arrancarlas, así se las comerán a ellas y no las otras del huerto, o al menos lo harán en menor medida.
Frutos del paraíso: se juntan los frutos maduros del árbol Paraíso, que son conocidos como venenosos, se colocan uno 400 a 500 gramos de frutos en un botellón de aproximadamente seis litros y se cubre con agua. Eso reposa por 20 días más o menos para luego filtrar, rebajarlo y aplicar.
Esto mismo se puede lograr más rápidamente machacando los frutos, hirviéndolos en agua por media hora, diluyendo la mezcla y aplicando en casos más urgentes.
Purín de ortiga: Para esto sirven cualquiera de los dos tipos de ortigas. Se junta un kilo de hierba con tallos, hojas y flores, se colocan en un balde plástico de 20 litros y se llena de agua. A la semana se filtra con tela o media fina y se puede envasar para aplicar rebajado una parte en 9 de agua. Además de ayudar a combatir el moro, es un fertilizante natural para las plantas.
Aceite de nim/neem: Es un aceite vegetal que se extrae del árbol con ese nombre y se compra en viveros o semilleras. Es un insecticida natural que funciona en varios ejemplares.
Jabón potásico: es oleato de potasio que oficia de insecticida de amplio espectro y suele resultar contra los bichos moros.
Tierra de diatomea: es un alga fosilizada y molida, es un talco excelente para usar en todo tipo de plantas incluso se usa para pulgas y garrapatas. Al ser 100 por ciento orgánico se puede usar en todo tipo de superficie, solo hay que saber que mata a artrópodos, o sea “insectos con patitas” y no a larvas, por ejemplo.