Emocionante: el día que Ayrton Senna ayudó a despertar a un joven del coma
En Imola, la ciudad donde el piloto brasileño perdió la vida, también dejó una huella imborrable: ayudó con su voz y sus visitas a un joven fanático que pasó años en coma. La historia de Massimo Bulzamini es un testimonio de fe, conexión humana y esperanza.

Ayrton Senna no solo fue uno de los mejores pilotos de Fórmula 1 de todos los tiempos. Fue también un hombre profundamente espiritual, sensible a la realidad de los demás y con gestos que trascendieron el deporte. Uno de los más emotivos ocurrió en Imola, la misma ciudad que lo vio morir un 1 de mayo de 1994, y tuvo como protagonista a un joven llamado Massimo Bulzamini.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLa historia comienza en 1990. Massimo, de solo 18 años, sufrió un grave accidente de moto frente a un hospital en Imola. Quedó tetrapléjico, con severas lesiones en la columna y en estado de coma. Los médicos decidieron probar una terapia experimental que consistía en estimular al paciente con voces y sonidos cercanos y queridos. Pronto descubrieron que Massimo era fanático de Ayrton Senna, su gran ídolo del automovilismo.
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Gracias a contactos en común, la historia llegó a oídos del tricampeón brasileño. Senna, que hablaba italiano desde sus años de karting en Europa, no dudó en involucrarse. Visitó a Massimo, grabó mensajes para él, le habló sobre sus carreras, su vida y su fe. Cada vez que Senna corría en Imola, pasaba a verlo y dejaba nuevas grabaciones para mantener activo su cerebro.
Uno de los mensajes que se conservan aún estremece: “Hola Massimo, soy Ayrton Senna. Tienes que reaccionar, levantarte, tienes que dar lo mejor de ti porque todos aquí te queremos”. Fue parte de un proceso largo, pero en 1992, Massimo despertó.
La conexión entre ambos continuó, aunque con el correr de los años Senna dejó de visitar con frecuencia. Aun así, semanas antes de su trágico accidente, volvió a grabar un mensaje que nunca pudo entregar. El 1 de mayo de 1994, Senna falleció tras chocar en la curva de Tamburello. Massimo lo vio en directo por televisión. “Lo único que pude hacer fue rezar por Ayrton”, recordó tiempo después.
Massimo vivió hasta 2015. Pasó más de la mitad de su vida internado, rodeado de profesionales de la salud y amigos que lo consideraban parte de su comunidad. Fue un símbolo de resiliencia, inspiración para otros pacientes con traumas similares, y mantuvo siempre junto a su cama una foto con Ayrton Senna que nunca quiso hacer pública. “Me gustaría que siguiera siendo mía”, decía. Su familia, con el tiempo, decidió compartirla para que el mundo supiera quién fue Massimo... y lo que Senna hizo por él.