La pandemia podría generar inflación, caída de la actividad económica y cierre de empresas
La expansión del coronavirus golpea a los mercados globales y afecta también la marcha de la economía argentina, con varias industrias resentidas por el cese de actividad y el cierre de fronteras. El aumento de la demanda de ciertos productos comenzó a generar incremento de precios. El acatamiento de las medidas sanitarias evitaría que la situación llegue a un pico más difícil de revertir.
La pandemia de Covid 19 desatada inauguró nuevas formas de entender y mirar el mundo, y obliga a reconfigurar constantemente los paradigmas puestos en crisis. El cese y la reducción de actividades, el cierre de fronteras y las múltiples medidas dispuestas alrededor del mundo, condicionan la marcha de la economía argentina y global, con consecuencias en el largo plazo si la epidemia no se contiene a tiempo. El Eco de Tandil consultó con el doctor en Economía y docente de la Unicen, Daniel Hoyos Maldonado, para clarificar el nuevo escenario que se abre e influirá directamente en los bolsillos de la gente.
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-¿Cómo está impactando la pandemia en las actividades económicas?
-A nivel global, además de las medidas de carácter sanitario, hay medidas para estimular la demanda global, que consisten en aumentar la liquidez de dólares en el mundo bajando la tasa a cero para compensar la retracción en los distintos sectores de la economía.
También está caída de las bolsas del mundo; lo que se espera es que la rentabilidad de las firmas caiga y el precio de los commodities (materias primas) baje por una caída de la demanda en lo grandes números, una desaceleración de la marcha de la economía global. Si se replica lo que ocurrió luego de la crisis de 2008, paulatinamente deberíamos esperar una recuperación lenta.
En Argentina, aparte del coronavirus, existen otras cuestiones condicionantes, tenemos nuestra propia agenda. Algunas cuestiones tienen que ver con lo global, como la evolución de los precios de la soja (commoditie), por ejemplo, y todos los productos exportables de carácter agroindustrial tienen un efecto negativo. La economía venía a la baja por el arrastre negativo del año pasado, lo que queda por resolver es la reestructuración de la deuda, el equilibrio fiscal y la inflación, ese combo es agenda propia, pero va a la par de la evolución del coronavirus. Ahora se están tomando medidas sanitarias preventivas y lo esperable es que esto atenúe el problema, pero no lo neutralice.
-¿Qué industrias son las más afectadas en esta coyuntura?
– El segmento del turismo, alguna parte de la actividad comercial como los restaurantes, la hotelería, los transportes de larga distancia, los servicios de cuidado personal. También habrá algunos ganadores tal vez no buscados. A nivel internacional y local, una crisis de esta naturaleza revela la importancia de la inversión en salud, que no es tan visible, no sólo en términos de infraestructura sino en capital humano, que no queda tan a las claras respecto de otras inversiones. Esto pone en agenda hacia el futuro si debería replantearse el esquema de inversiones. Una parte mi actividad es hacer cálculos; si la epidemia se localiza está bien, pero si no es así, la capacidad del sistema puede colapsar.
-¿Es posible controlar los sobreprecios producto del aumento de la demanda?
-No pueden hacerlo. Si fuera tan fácil no habría inflación, es un fenómeno, cuando tenés una demanda fija en un momento determinado y hay una corrida, el único modo de regular es vía precio. El otro mecanismo es por stock, pero tiene alcances limitados. Lamentablemente no hay una solución de fondo, salvo que la gente tome conciencia; no se necesitan 18 potes de alcohol en gel. Se genera esa psicosis porque la gente piensa que hay una sola solución y sale a comprar compulsivamente. Si hay más demanda y se sostiene, el precio de las cosas va a subir, indefectiblemente.
Si lo sacamos del escenario del coronavirus pensemos, por ejemplo, en un iphone, que es el berretín de los argentinos. Hay precios de 200 mil pesos o más, y mientras haya demanda y la gente compre a ese precio, va a aumentar. Acá tenés una oferta fija y una demanda creciente o sostenida que hace subir el precio. Hay un comportamiento social que establece la prioridad en el sector más próximo y no se piensa en el resto de las personas.
-En el peor escenario posible, ¿qué se puede esperar en el rumbo de la economía hacia fin de año?
-Es difícil definir el peor escenario posible, va a depender mucho de las medidas paliativas que se tomen y sus resultados. Si no funcionan, habrá un menor nivel de actividad y una caída mayor de la economía. También suba de precios por menor oferta.
-Menor recaudación…
-Menor recaudación por dos factores: si uno tiene menor actividad paga menos impuestos. Eso puede compensarse con una mayor suba de precios que incide en el IVA o ingresos brutos, que se calculan sobre ingresos nominales, que pueden crecer en términos nominales pero no reales.
Y segundo, si esto se profundiza va requerir mayor gasto público y va a significar un gasto mayor con ausencia de financiamiento externo. Se puede esperar un nivel sustancialmente mayor de inflación. Lo que mejor podría ocurrir es que esta medidas atenúen los efectos negativos, para limitar el alcance del virus y que no se llegue al pico de contagio. Algunas actividades y negocios van a prosperar, otros no. Si no hay solvencia financiera para soportar la caída de la actividad, se pueden pronosticar quiebras. Hay que ir viendo cómo evoluciona y cómo se controla la epidemia para minimizar los riesgos.