René Lavand, a 7 años de su partida y su mito intacto

“Soy un ser humano de carne y hueso, como todos ustedes, que pudo superarse en un determinado momento de la vida, y si hago un balance a los 86 años, alguien que logró lo que jamás soñó: caminar cinco continentes con esos pintados talismanes de cartón, como les decía Jorge Luis Borges a las cartas.” Así se definía a sí mismo el gran ilusionista argentino René Lavand.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl artista falleció el 7 de febrero de 2015, a los 86, en la Nueva Clínica Chacabuco de Tandil, donde estaba internado porque sufría una insuficiencia respiratoria. Lavand había logrado superar el accidente que tuvo, a los 9 años, y en el que perdió el brazo derecho. Era conocido y reconocido en todo el mundo. David Copperfield se declaró su “fan” cuando estuvo en la Argentina y el prestidigitador español Juan Tamariz Martel lo definió como “poeta de las cartas”.
Lavand se destacó en el arte de la cartomagia, habilidad a la que sumaba un notable talento narrativo en los relatos con los que siempre acompañaba sus performances como ilusionista.
Nacido en la ciudad de Buenos Aires, a los 7 años se mudó con su padre zapatero y su madre maestra de escuela a Coronel Suárez, y desde los 14 vivió en Tandil, ciudad a la que consideraba su lugar en el mundo. “Tandil es el vértice para mí, el lugar al que regresar, el sitio al que volver que debe tener todo hombre.” En el jardín municipal de la ciudad hay una estatua que inmortalizó a este hombre nacido el 24 de septiembre de 1928, cuyo nombre real era Héctor René Lavandera.
Comenzó a trabajar como profesional en 1960, luego de ganar un concurso. Son recordadas sus actuaciones en los teatros Nacional y Tabaris, en la calle Corrientes. Su magia llegó a millones de personas a través de la televisión, en Argentina y en el mundo. Fue invitado de honor en El Show de Ed Sullivan, en la TV estadounidense, y en The Tonight Show, de Johnny Carson. También actuó en vivo en Nueva York y en Las Vegas. En Argentina fue figura en programas como El show de Pinocho, con Juan Carlos Mareco, y en Sábados circulares, de Nicolás Mancera. También tuvo su propio ciclo: Mano a mano con René Lavand.

Nunca eludía referirse al accidente automovilístico que sufrió cuando era niño. “Tuve la suerte de no poder copiar a nadie, la suerte de tener una sola mano porque no hay técnicas ni libros para prestidigitadores de una sola mano, de modo que estuve obligado a hacerme en forma autodidacta, lo que fue una bendición porque así pude forjar un estilo propio.” Entre tantos datos curiosos de su vida, figura la de ser coleccionista de bastones. Llegó a tener más de sesenta.

Otra de sus habilidades fue la de practicar esgrima y entre otros muchos reconocimientos, el cine se lo dio con su aparición en algunas escenas de Un oso rojo, de Adrián Caetano. Allí interpretó a El Turco, un mafioso de poca monta que regenteaba un sórdido bar en la Isla Maciel y que intentaba asesinar al personaje central, interpretado por el actor Julio Chávez, un antiguo compañero del delito del que quería deshacerse para no tener que pagar una vieja deuda.
Lavand, que recorrió el mundo dando clases y seminarios, publicó cinco libros de técnicas de cartomagia para especialistas, además de uno en el que cuenta anécdotas y que se llama Barajando recuerdos. Su número más exitoso se llamó Agua y aceite, donde hizo famosa su frase “no se puede hacer más lento”, con la que llevaba al límite el ilusionismo y la posibilidad de que los espectadores adivinaran el juego.