A 56 años del Cordobazo, cuando los obreros y estudiantes dijeron basta a la dictadura
A 56 años del Cordobazo, la histórica rebelión obrera y estudiantil que puso en jaque a la dictadura de Onganía vuelve a ser recordada como símbolo de unidad y resistencia popular. Una protesta que comenzó como reclamo gremial y terminó tomando las calles de Córdoba para siempre.

“No hubo ninguna cosa mesiánica de toma del poder. Aunque hubiéramos podido hacerlo a la una de la tarde porque ya no quedaba un solo cana en la calle, ni guardia en la Casa de Gobierno”, recordaría años más tarde Jorge Canelles, dirigente del sindicato cordobés de Luz y Fuerza y compañero de lucha de Agustín Tosco. Se refería a los hechos del 29 de mayo de 1969 en la ciudad de Córdoba, una jornada histórica que marcó un punto de inflexión en la dictadura autodenominada Revolución Argentina, liderada por el general Juan Carlos Onganía.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailPara entonces, Onganía parecía ajeno a la magnitud de la crisis que atravesaba el país. Su sueño de perpetuarse veinte años en el poder contrastaba con la realidad de un país que hervía de tensión social, política y económica. Mientras tanto, el mundo vivía su propio momento de agitación: París, en mayo del ‘68, había sido sacudida por una revuelta estudiantil; México todavía lloraba la masacre de Tlatelolco; la Iglesia, transformada por el Concilio Vaticano II, veía a miles de sacerdotes optar por los pobres; y la figura del Che Guevara, asesinado un año y medio antes, seguía encendiendo ideales revolucionarios en América Latina.
La dictadura de Onganía, sostenida por sectores conservadores de las Fuerzas Armadas, la Iglesia y un sindicalismo colaboracionista, comenzaba a hacer agua. Los partidos políticos estaban proscriptos y la represión de la protesta social se nutría de doctrinas represivas importadas de Estados Unidos y Francia.
En mayo de 1969, el primer estallido ocurrió en Tucumán, donde se encendió la chispa sobre un reguero de pólvora que alcanzaría a otras ciudades como Córdoba, Corrientes, Rosario y Mendoza. La reacción del régimen fue una represión violenta, con muertos que engrosaron la lista de víctimas del gobierno militar.
El jueves 29 de mayo, en la previa de un paro general convocado por las dos centrales sindicales, los diarios nacionales advertían sobre la implementación de consejos de guerra militares en todo el país y la delegación de facultades represivas a los gobernadores. Sin embargo, los trabajadores cordobeses no se intimidaron: salieron a las calles nuevamente, como ya lo habían hecho semanas antes.
Lo que comenzó como una protesta gremial derivó rápidamente en una batalla campal. Obreros, estudiantes y vecinos resistieron juntos en las calles. En poco tiempo, se hicieron con el control de la ciudad, desbordando por completo a las fuerzas de seguridad. Fue el pico de una conflictividad social sin precedentes, que dio forma por primera vez a una consigna que marcaría época:
“Obreros y estudiantes, juntos y adelante.”
Aquel Cordobazo no fue un intento de golpe ni una acción planificada para tomar el poder, como lo expresó Canelles, pero sí dejó en claro que el pueblo argentino no estaba dispuesto a tolerar más autoritarismo. Fue una explosión social auténtica, que erosionó la legitimidad del régimen y aceleró la caída de Onganía.
A 56 años de aquel día, la memoria del Cordobazo sigue viva como un ejemplo de unidad en la lucha, resistencia frente al autoritarismo y el poder de una sociedad organizada para cambiar la historia.