Comerciantes de la avenida Estrada, en alerta por la escalada de robos y la impunidad judicial
Un reciente robo a un comercio en el barrio Las Tunitas, que culminó con un vecino persiguiendo y reduciendo a un sujeto, volvió a encender las alarmas entre los residentes y comerciantes. La creciente ola de hechos delictivos, la percibida falta de presencia policial y la inacción de la Justicia generan una profunda frustración y una sensación de impunidad que lleva a los afectados a considerar medidas extremas ante la desesperación.
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El incidente que desató nuevamente la indignación ocurrió al inicio de la semana, alrededor de las cinco de la tarde. Un comerciante de la avenida Estrada, que prefirió reservar su identidad por seguridad, relató a El Eco de Tandil el momento en que llegó a su negocio familiar y vio a su madre salir gritando, alertando sobre un robo.
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Accedé a las últimas noticias desde tu email“Inmediatamente me bajé del auto, vi al sujeto y lo corrí dos cuadras”, detalló el frentista, quien logró alcanzarlo en la vuelta de la calle Vélez Sarsfield, con la ayuda de otro comerciante de la cuadra. El hecho tuvo un desenlace efectivo gracias a la presencia de una camioneta de Centinela en Territorio, estacionada en el pasaje Bassi y Vélez Sarsfield.
“Un comerciante vecino que lo corrió conmigo, avisó a los efectivos que yo ya había reducido al sujeto”, explicó. Tras la intervención de las fuerzas de seguridad, al sujeto se le encontraron los artículos sustraídos, además de estupefacientes y otras sustancias, según detalló el frentista.
Este episodio no es un hecho aislado y colmó la paciencia de los comerciantes. “Estamos viendo con los vecinos de armarnos porque la verdad necesitamos más presencia policial. Ya no sabemos qué hacer, a quién reclamar”, expresaron. Además, aseguraron que otros residentes ya reclamaron a la Intendencia sin obtener respuesta.
“No tenemos solución. Los negocios tienen cámaras, rejas, alarmas; ya no sabemos qué hacer”, lamentaron, destacando la contradicción de tener que mantener un local abierto para subsistir y, al mismo tiempo, vivir bajo el riesgo constante de la delincuencia.
Sin respuestas
La frustración alcanza a todos los niveles de respuesta estatal. “A esta gente no la queremos en la ciudad, pero nadie da respuestas. La policía no da respuestas, la Justicia no da respuestas, el Intendente no aparece”, sentenció el comerciante, en un llamado a visibilizar la problemática.
Los vecinos identifican a los autores de estos hechos como personas ajenas al barrio e incluso a la ciudad, a menudo bajo los efectos de sustancias y sin domicilio fijo. “Yo soy del barrio de hace quince años, los conozco a todos y no es gente de acá”, afirmó el damnificado de uno de los robos.
La actuación policial, aunque valorada en el momento del hecho, es percibida como tardía e ineficaz a largo plazo. “La respuesta de la policía es llegar, pero llegar tarde”, señaló el entrevistado. Según el vecino, si bien “hacemos las denuncias, llamamos a la policía y acuden”, la respuesta es siempre la misma: “ellos no pueden hacer nada. Pueden asistir a la víctima y atrapar al sujeto, pero después, cuando haces la denuncia en la comisaría, te dicen que están atados de pies y manos”.
La impunidad, según los vecinos, se debe a la dependencia de la fiscalía y las decisiones judiciales. “No depende de ellos, depende de lo que determine un juez. Si para el juez el robo no fue agresivo, puede estar tres o cuatro días preso y luego lo liberan por no tener antecedentes”, explicó el comerciante, resumiendo el ciclo de reincidencia que observan.
Cada vez más inseguros
La escalada de robos en la cuadra es alarmante. “En menos de un mes a mí me robaron dos veces, y sobre la misma cuadra robaron dos veces un kiosco y dos veces una verdulería”, reveló.
Aunque las denuncias están hechas, las cámaras de seguridad aportadas y los sujetos a menudo son identificados por la policía, “no hay respuestas”, insisten los vecinos. “La policía sabe quién es, pero no depende de ellos”, reiteraron.
Ante esta situación, la comunidad se organiza para protegerse. “Tenemos un grupo de WhatsApp donde nos alertamos por cualquier movimiento extraño”, contó el comerciante. Sin embargo, esta autogestión no es sostenible: “No podemos hacer este trabajo también nosotros; debemos ocuparnos de nuestros comercios y estar con mil ojos para todos lados”.
El sector afectado, ubicado en la entrada de Las Tunitas, es una zona de alto tránsito vehicular, con una constante circulación de camiones, colectivos de línea y personas. Esta visibilidad no disuade a los delincuentes.
“A los sujetos, en el estado en que se encuentran, no les interesa si es de día o de noche; para ellos es un trabajo”, concluyó el frentista, subrayando la sensación de desprotección que impera en el barrio y la urgente necesidad de una respuesta de las autoridades.
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