Tras un arduo trabajo, Tandil posee el mayor archivo del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo
Se trata del reservorio de documentos más importante de América Latina vinculado al movimiento religioso. El material fue donado y posteriormente lo catalogó un equipo de la Unicen. En la presentación, se rindió homenaje a los sacerdotes tercermundistas Bresci, Musse y Troncoso.

La semana pasada se presentó en la Facultad de Ciencias Humanas de la Unicen el archivo del Movimiento de Sacerdotes para el Tercer Mundo, tras haber sido recuperado por investigadores de la casa de estudios.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailLa actividad se desplegó con la presencia de Mabel Busaniche, educadora popular y donante de parte del archivo; Domingo Bresci y Elías Musse, sacerdotes tercermundistas; y el sociólogo de la religión e investigador del Conicet, Fortunato Mallimaci.
En este marco, también se homenajeó a los nombrados padres Bresci y Musse, y al histórico párroco de Tandil, Raúl Troncoso (que no pudo estar), por su labor sostenida con convicción a lo largo de tantas décadas.
Por otro lado, la institución recibió numerosas salutaciones por la relevancia del nuevo archivo por parte de Guillermo Oliveri, secretario de Culto de la Nación; Taty Almeida, de Madres de Plaza de Mayo Línea Fundadora; Jorge Taiana, ministro de Defensa de la Nación; Marcelo Castillo, director del Archivo Nacional de la Memoria; Adolfo Pérez Esquivel, Sandra Raggio y Roberto Cipriano, de la Comisión Provincial por la Memoria; Hugo "Cachorro" Godoy, secretario general de la CTA- Autónoma; del Movimiento Ecuménico por los Derechos Humanos; y de organismos de Derechos Humanos y diversas organizaciones sociales.
Asimismo, el traslado de los documentos y el posterior trabajo de archivo, que llevó adelante un equipo conformado por Florencia Ramón, Luciano di Salvo y Lucas Bilbao, fue solventado con fondos provenientes del Igeehcs-Conicet.
En concreto, se trata del reservorio de este tipo más grande de Latinoamérica y se encuentra ahora alojado en el Centro de Documentación de Geografía, Historia y Ciencias Sociales del Instituto de Estudios Histórico-Sociales (IEHS), ubicado en Pinto 348, que pertenece a la Universidad Nacional del Centro.
El trabajo previo
En diálogo con El Eco de Tandil, el doctor en Historia Lucas Bilbao, explicó que el archivo contiene la documentación que quedó de todo el Movimiento y cuenta con cerca de 6 mil folios. El cuerpo total proviene de la colección de dos curas tercermundistas: José María Serra y Domingo Bresci.
La colección de Serra, ya fallecido, fue donada por su viuda, Mabel Busaniche (Serra dejó los hábitos y posteriormente contrajo matrimonio), y se encontraba en Santa Fe, ciudad hacia la que Bilbao viajó cuatro veces y desde donde trasladó los documentos en marzo de 2020. La otra parte perteneció al religioso Bresci y se trajo desde Buenos Aires.
El archivo posee documentos que van desde diciembre de 1967 hasta 1978. Es decir, desde la misma constitución del espacio hasta que quedó diezmado por la dictadura cívico militar. En tanto, el equipo de la Unicen pudo catalogar y supervisar los casi 6.000 folios alojados físicamente en el IEHS; un material que se halla completamente digitalizado para su consulta y que está a disposición de la comunidad.
Sobre el origen de este caudal de valiosa información, Bilbao detalló que “la institución se estructuró a partir de un secretariado que se había dado el Movimiento para comunicarse con el resto de las regionales y hay boletines, correspondencia y más documentos. Lo que quedó en ese secretariado contiene la correspondencia de todas las regionales del país y cuando fuimos a Santa Fe a ver de qué se trataba, nos dimos cuenta de que el material era increíble, porque a veces es muy difícil buscar las fuentes en diferentes lugares y cruzarlas, acá estaba todo en un solo lugar”.
Además, expuso que el mencionado movimiento, si bien fue religioso en primer lugar, articuló su trabajo con la arista política de la coyuntura de finales de los 60 y comienzos de los 70, con matices muy claros sobre su orientación.
Al respecto, señaló que “fue uno de los movimientos con más fuerza en Argentina en oposición a la dictadura, cuando había proscripciones políticas y se encaminó con una definición muy clara en ese periodo”.
Con los pies en el barro
De este modo, la organización intentó articular la idea de renovación de la Iglesia Católica que emergió a partir del Concilio Vaticano II, con una fuerte participación política y social. Los espacios estudiantiles y obreros también encontraron contención en esta facción del catolicismo, que tuvo entre sus filas al padre Carlos Mugica, asesinado en 1974.
El trabajo en las villas y la premisa de ayudar “a los más pobres entre los pobres” fueron otros de los puntales de los 600 religiosos nucleados en este grupo a lo largo y ancho del país. “El Concilio invitaba a aggiornar la Iglesia a los cambios sociales y a través de esa apertura en América Latina hubo definiciones en ese sentido”, describió Bilbao.
Seguidamente, el estallido feroz de la dictadura y la represión ilegal desarticuló el Movimiento; muchos de los sacerdotes partieron al exilio y otros fueron asesinados por la dictadura. En la actualidad, por una cuestión etaria, la mayoría de los integrantes ya fallecieron pero quedan aún testimonios vivos de lo que implicó pertenecer a a este grupo en aquellos años.
En sintonía, consultado acerca de la resignificación actual de este espacio católico inscripto también en el ámbito social y político, el investigador compartió que “fue un contexto particular el que hizo posible esto, porque era un momento de dictaduras y proscripciones”.
En paralelo, exhibió que el Movimiento pudo alojar diferentes expresiones políticas y acompañar lo que pasaba en ese entonces: “Hasta la Iglesia se politizó y acompañó los cambios sociales, ahora la sociedad argentina se ha pluralizado en su manera de creer y practicar sus creencias”.
Así, también remarcó que la manera de poner a tono instituciones como la Iglesia Católica en la coyuntura actual, radicaría en que pueda acompasar las demandas del ahora, en un tejido social atravesado por las cuestiones de género, el feminismo, las desigualdades y las tensiones políticas, a la manera de lo que intentaron hacer los religiosos en ese contexto. Una inserción social clave y entendedora de su época, más allá de los dogmas eclesiásticos y el trabajo vinculado a la fe cristiana.
“Que se haya conservado este material tiene el plus de que no todo ha sido robado, roto o quemado, y de que hay memorias que han sobrevivido”, cerró.