El acuerdo por los paneles de rastrojo de trigo generó rechazo por su posible toxicidad

Esta semana se firmó el acuerdo entre el Municipio de Tandil, Bioceres, la cooperativa Falucho y la empresa australiana Ortech Industries para la instalación de la primera planta de fabricación de paneles a base de rastrojo de trigo en el Parque Industrial de nuestra ciudad.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailSegún indicaron estará en funcionamiento en un año y esperan que genere 750.000 metros cuadrados de paneles anuales. Para el intendente Miguel Lunghi la radicación de una empresa como Bioceres en la localidad “es una demostración más de los resultados que se pueden obtener con la gestión asociada y la interacción entre los sectores público y privado”.
Sin embargo, no todos los tandilenses celebraron la noticia y de hecho la repercusión del tema llegó hasta Jorge Rulli, experto en desarrollo sustentable y uno de los fundadores del Grupo de Reflexión Rural que inició en la Argentina la lucha contra los transgénicos, que expuso su alerta sobre este desarrollo en Tandil.
Asimismo, otros vecinos pusieron en advertencia el daño que causaría que esto se termine implementando, principalmente relacionando que el trigo HB4 de Bioceres es el primer trigo transgénico que podría ser liberado comercialmente en el país, aunque todavía prohibido en Argentina.
Naturalizar lo transgénico
“Cada día su afán, de similar manera, como si estuviéramos bajo fuego enemigo”, empezó reflexionando Jorge Rulli, quien también fuera titular de la Comisión Nacional de Diversidad Biológica dependiente de la Secretaría de Agricultura en los tiempos de Felipe Solá, sobre el acuerdo de Tandil con Bioceres.
En su manifiesto, expresó con desazón que “el municipio de Tandil, gestionado nada menos que por un médico pediatra, se permite firmar un acuerdo con Bioceres y con una empresa supuestamente de origen australiano para la instalación de una fábrica que construirá paneles con desechos o rastrojos de trigo”.
Desde su concepción, el trigo será transgénico y estaría violando la disposición que condicionó su habilitación en el país a la aceptación de ese trigo genéticamente modificado por parte de Brasil. Consideró, entonces, que hay un esfuerzo de la empresa por “naturalizar” su cereal “transgénico” y extenderlo en las zonas agrícolas “a cualquier precio”.
El experto en desarrollo sustentable explicó que el uso del glufosinato de amonio, que como herbicida acompaña este cultivo, permite suponer que su presencia será fuerte en estos paneles. “O sea que estamos refiriendo a casas que contaminarán con glufosinato a quienes las habiten”, advirtió.
“Según pudimos saber la empresa no sería australiana sino israelí, y la presencia en el directorio de militares de alta graduación habría sido modificada en la página respectiva, a partir de la firma de este convenio en la ciudad de Tandil”, denunció, preguntándose “cuál sería en ese caso el interés estratégico israelí en el trigo transgénico”.
La toxicidad
Por otro lado, y en la misma línea, Claudio Lowy referente en su lucha medioambiental en Tandil y titular del Nodo local de la ONG Bios, aseguró que el trigo HB4 de Bioceres es resistente al glufosinato de amonio, un herbicida “mucho más tóxico aún que el glifosato”. “No es un buen proyecto ni para Tandil ni para ningún lugar”, aseveró.
Como ingeniero, explicó que el rastrojo de trigo debe cosecharse seco, es decir, inmediatamente después de la cosecha del grano; porque debe cosecharse y enfardarse seco, si no se corre un gran riesgo de que se pudra.
“Se cosecharán miles de toneladas de rastrojo, que serán enfardadas y depositadas en grandes galpones en el Parque Industrial de Tandil. Esos fardos tendrán restos de plaguicidas que se irán evaporando en una zona donde trabajan personas, y donde hay establecimientos alimenticios. Además, está el riesgo de incendio”, enfatizó.
Por otro lado, propuso tener en cuenta que le rastrojo de trigo es excelente para mantener y recuperar la materia orgánica del suelo, así como la fertilidad y disponibilidad de nutrientes, por lo que extraerle a los suelos “superexplotados” de Tandil esa materia orgánica tendrá seguramente “impactos negativos en la fertilidad”.
Según el detalle, con ese rastrojo harán luego paneles que también tendrán restos de glufosinato y de glifosato; paneles que se utilizarán, entre otros, para hacer viviendas.