Historias
Esther cumplió cien años y compartió su receta para la longevidad
Transitar los días con ocupaciones fue la máxima de esta vecina de Villa Aguirre, quien ayer alcanzó el centenario de vida. Como una de las primeras habitantes de la barriada, disfruta del cariño de aquellos que fueron llegando, la quieren y la cuidan. “¿Cien años yo? No puede ser”, dijo alegre y conmovida.
Emilse Esther Roldán, nacida el 12 de agosto de 1923, festejó ayer cien años. Cuando amaneció, en su casa de Villa Aguirre, ni ella misma podía creer que alcanzó el centenario de vida. Ante el acontecimiento que la tomó por sorpresa, con una sonrisa genuina y preparada para la ocasión, recibió a El Eco de Tandil.
Recibí las noticias en tu email
Coqueta y elegante, Esther contó parte de su historia, que comenzó en la ciudad de 25 de Mayo. De joven, se radicó en Tandil, trabajó algunos años en Buenos Aires y regresó al barrio de Villa Aguirre para disfrutar la etapa de su jubilación.
“No pensé nunca que iba a cumplir cien años. Me digo ‘¿cien años yo? No puede ser’, pero después pienso que tienen razón”, compartió entusiasmada en la jornada de su cumpleaños.
Según confió, el secreto de la longevidad está vinculado al modo de transitar la vida, con ocupaciones pero también con alegría y sin dramatizar los obstáculos que se presentan a diario.
Esther se casó dos veces y enviudó. Como no tuvo hijos, sus vecinos se transformaron en el apoyo necesario en estos últimos años. Además, la acompaña Ana, que vive con ella y la asiste en las tareas del hogar.
Pionera en el barrio
La centenaria vecina fue de las primeras habitantes de la zona de Darragueira y Actis en Villa Aguirre. Relató que cuando compró el terreno, ese sector de la ciudad se inundaba y comenzó a levantar su casa en la parte más alta.
“Cuando llegué acá, todo era una laguna y detrás de la laguna, empezamos a hacer la casa. La primera casa del barrio”, recordó.
Ya con su hogar establecido en Tandil, emigró a Buenos Aires, donde tuvo negocio y una bodega. Cuando decidió regresar a esta ciudad, siguió trabajando como modista de alta costura, actividad que mantuvo hasta hace poco.
Su gusto por la moda y la estética perdura hasta hoy. Esther, elegantemente vestida, de labios pintados y manos impecables, recibe todos los viernes a una peluquera que le arma los rulos y le pinta las uñas.
Vivió tranquila y contenta. “No hay que darle importancia a los cien años”, dijo con naturalidad y apostó a “mantenerse ocupada. Así se me fueron pasando los años. Llegué a los cien años, me parece imposible”.
Hoy disfruta de jugar al Chin Chon con Ana, de descansar al sol que ingresa por la ventana del living y de las charlas con todos los vecinos que la acompañan y visitan. Todos le prepararán un festejo el viernes, para compartir la clásica torta y celebrar la vida.
“Estoy feliz porque todos los que me acompañan son muy buenos. Entonces me olvido de que he cumplido los cien años”, concluyó y reiteró que “todos los que me acompañan me quieren mucho. Gracias por todo lo que me ayudan”.
Secretaria de Redacción de El Eco de Tandil. Licenciada en Comunicación Social orientación Periodismo (UNLP)