La falta de señalización en sectores ubicados al norte de la 226 potencia los riesgos del tránsito
Si bien las calles tienen asignado sentido de circulación desde 2001, la mayoría no cuenta con cartelería. La ordenanza establece que se deben señalizar luego de la pavimentación, pero aún no hay indicadores. El peligro para peatones y conductores se incrementa en calles de mucho tránsito, ante la consolidación de nuevas urbanizaciones. Vecinos de Villa Gaucho, Palermo y Selvetti plantearon sus demandas en una investigación de la Unicen.
Por María Paula Rodíguez
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La problemática del tránsito en la ciudad se plantea como un verdadero desafío, que demanda planificación de políticas integrales a mediano y largo plazo. En un contexto en que se registran accidentes a diario y se multiplican las quejas de los vecinos ante problemáticas que detectan en los barrios, el Municipio parece ir detrás del problema o, al menos, se queda corto con las medidas que toma, una suerte de paliativo ante síntomas puntuales del uso que los tandilenses hacen de las vías de circulación de la ciudad.
En una urbe que creció a ritmo acelerado en las últimas décadas, el Gobierno comunal tampoco ha encontrado eco en Provincia y Nación para el tratamiento de conflictos importantes, como los cruces de la Ruta Nacional 226 que conecten de manera más segura a los barrios de la zona norte o la apertura de los pasos a nivel en el Ferrocarril que es otra de las barreras urbanas.
A las deudas del ámbito de la planificación urbana, se suman los controles insuficientes –por escasez de recursos, como personal, móviles y tecnología- y también la falta de educación, los malos hábitos y la desconsideración de conductores y peatones.
En el territorio
La conjunción de todos esos factores complica a los barrios ubicados al norte de la
Ruta 226, cada vez más poblados, con calles que tienen tramos pavimentados y de tierra, donde no hay señalización del sentido de circulación, la ausencia de veredas en condiciones obliga a los peatones a bajar a la calzada, la iluminación es escasa y circula gran cantidad de vehículos que no cumplen con lo que exige la ley.
Por caso, en arterias como Palacios es frecuente observar escenas de riesgo, con madres que llevan sus carros con bebés y niños pequeños por la calle, donde los vehículos avanzan en los dos sentidos por una traza angosta donde, además, estacionan camiones y circulan líneas de colectivos.
Otro ejemplo es Labarden, en el tramo que fue pavimentado hace unos meses, entre Actis y Palacios. En esas cuadras de hormigón, sin pozos ni obstáculos, los vehículos toman gran velocidad, en ambos sentidos, y con camiones estacionados.
Lo mismo ocurre con Rosales y con Argerich, frente a la sala de salud del barrio Palermo, que fue asfaltada durante los primeros años de la gestión del intendente Miguel Lunghi y nunca señalizaron su sentido.
A unas cuadras, Salceda presenta el mismo panorama. Está señalizada de doble mano entre colectora y Darragueira, pero las cuadras que fueron pavimentadas –hasta Muñiz- no tienen carteles ni sentido. En ese sector, que se utiliza en ambas direcciones, colocaron reductores de velocidad con la señalización fluorescente.
En las dos primeras cuadras de Salceda hasta Darragueira, el tránsito de camiones es constante, con maniobras peligrosas de automovilistas y peatones, en una trocha angosta. En ese sector de salida a la rotonda de Falucho se reiteran situaciones de riesgo, sobre todo en horarios en que camina mucha gente sobre la calzada o avanzan en moto, la mayoría sin casco y muchos con niños.
La ordenanza vigente
De acuerdo a la Ordenanza 8515, sancionada en 2001, las calles perpendiculares y paralelas a la Ruta Nacional 226 ya tienen asignado el sentido de circulación. Sin embargo, la mayoría no cuenta con la correspondiente señalética.
El artículo segundo de la norma municipal establece que “en los tramos no pavimentados de las calles mencionadas en el artículo 1ro. y siempre que no exista señalización en contrario, será admisible la circulación en ambos sentidos, siempre que los vehículos respeten las normas establecidas por la Ley 11.430 (y su modificatoria 11.460) y su reglamentación por Decreto 2719/94”.
En tercer lugar, señala que el Departamento Ejecutivo y sus organismos pertinentes tendrán a cargo “la verificación de la señalización vial existente, y la implementación de la señalización vial requerida por el ordenamiento circulatorio establecido en el artículo 1ro.” e imputa los gastos a la partida “Instalación de semáforos y señalización vial” del presupuesto.
Por último, la Ordenanza 8515 de 2001 deja asentado que “el ordenamiento de lo establecido en el artículo 1ro. entrará en vigencia en la medida en que las cuadras tengan construido pavimento o el cordón cuneta y mejorado de las mismas”.
“Tienen sentido asignado”
El arquitecto Diego Riva, responsable de Planificación de la Movilidad Urbana, ratificó que está vigente la Ordenanza 8515 y explicó que a medida que la Dirección de Vialidad supervisa las obras de pavimento, la Dirección de Servicios avanza con la cartelería. En principio, indicó que el área ya le solicitó la normativa, por lo cual estaría en proceso la colocación de la señalética con las flechas de sentido en las arterias asfaltadas.
A pesar de que las calles tienen sentido asignado por ordenanza, no hay precisiones en cuanto a los motivos por los cuales no se señalizan las calles que llevan años abiertas, muchas de las cuales tienen tramos de asfalto y otros de mejorado.
Por caso, en Palacios, que está pavimentada desde la colectora hasta Chapaleofú, las primeras tres cuadras están señalizadas en sentido descendente a la Ruta 226, y el resto se usa como doble mano e incluso, pasan líneas de colectivos. A pesar de esta situación, la Ordenanza 8515 establece que todo ese tramo será descendente hacia la ruta.
Los controles
Desde Control Urbano Vehicular, Walter Villarruel, explicó que “lo que dice la ley es que la calle de tierra que no está señalizada se toma como mano y contramano. Si tiene la señalética correspondiente, por más que sea calle de tierra, tiene sentido”.
Al analizar la situación, consideró que “el problema que tenemos en los barrios es que se está pavimentando mucho y la señalética va un poco más relegada”, y describió que “en las colectoras estaba antes señalizada la entrada y salida de calles y a una o dos cuadras hacia adentro ya no había más señalética. Entonces, el que viene circulando por esa calle, en un momento determinado se encontraba con que tenía sentido, pero a dos cuadras no tenía señalética, entonces estaba circulando bien”.
Aclaró que su rol es controlar de acuerdo a los proyectos que elabora el área de Planificación de la Movilidad Urbana y se acuerdo a las disposiciones que adopta el Concejo Deliberante sobre el espacio público. Como conclusión, sostuvo que “Tandil crece y los barrios no son los mismos de hace 20 años”
Las demandas de los vecinos de
Villa Gaucho, Palermo y Selvetti
La Unicen realizó un informe técnico sobre acceso al hábitat en los barrios Villa Gaucho, Palermo y Selvetti, y consultó a los vecinos sobre la movilidad urbana en esa zona de la ciudad, teniendo en cuenta que “las posibilidades y condiciones para circular por la ciudad también constituyen un aspecto importante a ser considerado en el análisis del acceso al hábitat, la ciudad y las oportunidades y beneficios de la vida urbana”.
Los resultados del sondeo expresaron que el 75,92 por ciento de los vecinos consultados utiliza el transporte público de pasajeros para trasladarse; el 40,12 por ciento el automóvil; el 20,07 por ciento se traslada en moto; el 27,16 por ciento circula en bicicleta; el 16,04 utiliza remis o taxi y el 9,87 se traslada caminando. Cabe señalar que las categorías no eran excluyentes y podían elegir más de una opción.
Además, consultaron si el transporte público les permitía a los integrantes de la familia encuestada acceder a los lugares del trabajo, estudio o esparcimiento. El 82,1 por ciento respondió que sí y el 17,9 por ciento que no.
Aquellos que respondieron que no señalaron como causas: el 44,82 por ciento, la dificultad para acceder a los puntos de recarga de la tarjeta SUMO en el barrio; el 34,48 señaló que no accede a los lugares a los cuales desearía trasladarse por falta de cobertura o alcance en los recorridos; el 37,93 por ciento señaló dificultades vinculadas al precio elevado del boleto; el 27,58 por ciento expresó no acceder al transporte debido a la limitación de la cobertura horaria del servicio y el 24,13 por ciento indicó no poder hacerlo por razones derivadas de la mala frecuencia del servicio.
Por otra parte, en cuanto a la infraestructura, los investigadores expusieron que “la irregularidad de la trama urbana aparece como un reflejo espacial de la fragmentación social. La falta de corredores urbanos imposibilita transitar el territorio y acceder a las dotaciones existentes a gran parte de la población. Vinculado a este aspecto (y como una demanda emergente en la dimensión de movilidad) se presenta la problemática de la falta de veredas para transitar, agravada por la escasa señalización (indicada en el 47,6 por ciento de los casos), la falta de lomos de burros y reductores de velocidad (42,3 por ciento de los casos), la ausencia de garitas o refugios donde esperar el transporte público (50,6 por ciento de los casos) y la situación de doble mano de la mayoría de las calles (por donde transitan, a la vez, peatones, vehículos particulares y dos líneas de transporte público de pasajeros)”.
Secretaria de Redacción de El Eco de Tandil. Licenciada en Comunicación Social orientación Periodismo (UNLP)