La impulsora de la propuesta celebró la protección del Murallón y apostó a cuidar el patrimonio urbano
La arquitecta Carolina Shedden mostró su alivio ante el paso legislativo logrado y apuntó a poner en valor el Murallón y todo el patrimonio arquitectónico de la ciudad, con el afán de preservar la historia e identidad tandilenses.

Con sus inquietudes bajo el brazo y una profunda preocupación por preservar la identidad urbana, la arquitecta Carolina Shedden fue una de las promotoras de la movida que recolectó cientos de firma en apoyo a la no intervención del Murallón y en adhesión al pedido de declaración de patrimonio histórico y arquitectónico del Dique del Lago del Fuerte.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn diálogo con este Diario, la profesional valoró la dimensión colectiva que tomó el reclamo, que alcanzó las 1400 adhesiones y sumó voluntades en distintos niveles.
“Cuando supe del proyecto diseñado para pintarlo empecé a visibilizar la cuestión, hablé con gente de cultura y patrimonio de Tandil, llevé la inquietud a la Facultad de Arte de la Unicen con un pedido de aval. Después se habilitó un formulario de Google para adherir a la propuesta y ahí todo comenzó a tomar más fuerza”, compartió.
Luego se involucró la concejal Guadalupe Garriz, quien tomó la posta para traccionar la iniciativa ante el Legislativo provincial y obtener el visto bueno con el fin de evitar cualquier tipo de intervención sobre la obra en cuestión, atendiendo a los numerosos pasos administrativos y legales que lleva una declaración de este tipo.
Puesta en valor
De hecho, Shedden participó de la reunión que se llevó a cabo el miércoles, invitada por Garriz y junto a Claudia Castro, vicedecana de la Facultad de Arte. Así, celebró el gran paso que se dio para proteger la obra que le ha dado un perfil característico a la ciudad desde hace casi 60 años.
“Ahora redoblo la apuesta y espero que el Murallón sea hidrolavado de ambos lados y puesto en valor, para que se pueda realmente ver la belleza de la obra. Las tareas indispensables son hidrolavar ambas caras, poner un producto de protección, como la silicona, que no transforme ni el color ni la textura y arreglar el paseo peatonal, que cada vez que llueve se inunda y no se puede transitar por ahí”, enunció.
En tanto, enfatizó la importancia de responder y respetar el PDT (Plan de Desarrollo Territorial), la legislación municipal que establece límites al accionar sobre el patrimonio natural y urbano.
Numerosos edificios, monumentos y casas se encuentra incluidos en el anexo 5 del Plan de Ordenamiento Territorial “Bienes Patrimoniales Catalogados”, por lo cual gozan de un régimen de preservación especial, pero tantos otros permanecen aún por fuera de este paraguas normativo y podrían desaparecer a futuro.
“En varios casos se pasa por alto, pero respecto del patrimonio debemos tomarlo en serio, respetarlo y ponerlo en valor”, opinó.
El patrimonio arquitectónico de Tandil
No obstante, reparó en que el Murallón es una especie de síntoma de lo que sucede en Tandil con el patrimonio urbano y la identidad arquitectónica de la ciudad.
“Tengo una mirada crítica con cómo se maneja el patrimonio en la ciudad. La sola posibilidad de que alguien planteara la alternativa de pintar el Murallón me pareció una locura, soy una persona que camina mucho la ciudad y tengo una mirada sobre lo que pasa por mi profesión”, expuso.
En tal sentido, Shedden detalló que observó que derribaron una fuente del Jardín de Paz para hacer el Memorial de las víctimas de la pandemia, una iniciativa que, a su criterio, podría haberse resuelto de otra forma, sin destruir nada.
Asimismo, reseñó que “cambiaron toda la vereda del Municipio, cuando la ciudad tiene una vereda típica de vainilla amarilla con bordo, que le da forma la identidad de Tandil. No se puede cambia por cambiar y definir una vereda nueva cuando toda la ciudad tiene otra. Creo que cambiar por cambiar no suma, aunque sea en estas pequeñas intervenciones”.
Además, consideró que “decoran” con diferentes motivos el trazado urbano pero que “lo primero que hay que hacer es parar la moto, ver qué ciudad tenemos y cómo queremos que crezca para no seguir destruyendo y poder poner en valor lo que ya existe”.
Por este motivo, anheló que toda la movida haya servido para sensibilizar y educar a la ciudad sobre las obras patrimonio con el cual contamos que es rico y de mucho valor
“Podríamos apuntar al Bicentenario para que el Murallón esté impecable. Sería el broche de oro”, cerró.