“Hacer el libro fue como estar viendo a contraluz la figura de Gombrowicz, y también la de su fantasma”
Entrevista con Mercedes Halfon, que presentará en la Feria del Libro su perfil sobre el polaco Witold Gombrowicz.

¿Cómo captar la esencia de un escritor que se caracterizó por no dejarse atrapar? ¿Cómo escribir sobre alguien que registró su vida en una serie de diarios que son parte fundamental de una obra trazada sobre la línea en la que se encuentran documental y ficción? ¿Cómo definir, marcar los límites de quien estaba obsesionado con lo que no tiene forma?
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailA partir del encargo del sello chileno Universidad Diego Portales, la periodista cultural Mercedes Halfon emprendió el desafío, y el resultado es “Extranjero en todas partes. Los días argentinos de Witold Gombrowicz”, un perfil biográfico del escritor polaco que el tiempo ubicó como uno de los autores más importantes del siglo XX, y que no sólo vivió décadas en Argentina, sino que también pasó por Tandil, un lugar al que quedaría unido hasta sus últimos días.
Halfon presentará su texto recién salido de imprenta el próximo sábado 19 a las 17:30, con entrada libre y gratuita, en el marco de la 18va Feria del Libro que se llevará a cabo en la Cámara Empresaria.Lo hará junto a Javiera Pérez Salerno y Elías El Hage, quien también escribió sobre el polaco en “Huyamos de aquí”, su biografía del escritor Jorge Di Paola.
En diálogo con El Eco de Tandil, la autora adelantó detalles del libro que le llevó por lo menos dos años de trabajo, entre lecturas, consulta de material de archivo e incluso una visita a la ciudad por lugares que encontró “tal como los había conocido Gombrowicz”.

Si bien Halfon publicó poesía y novela, también ha incursionado en un primer perfil, de tipo “elusivo y juguetón” según contó. Fue cuando formó parte del equipo realizador de “Las poetas visitan a Juana Bignozzi”, excelente documental que produjo El Pampero Cine. En el caso de Gombrowicz, la periodista se propuso abordar su figura de una manera más directa. Aunque por las propias características del autor, inclasificable, transgresor, la tarea no resultó tan fácil.
“Hacer el libro fue como estar viendo a contraluz la figura de Gombrowicz, y también la de su fantasma”, dijo la autora sobre el trabajo que emprendió con la intención de captar la esencia de un autor que no dudó en describir como “muy difícil de atrapar”.

Autor de novelas como Ferdydurke, pero también de diarios, dramaturgia y ensayos, Gombrowicz fue además cuatro veces consecutivas candidato al Premio Nobel y considerado como uno de los grandes autores del siglo XX.
Sin embargo antes de obtener reconocimiento internacional vivió por décadas en Argentina, adonde llegó en 1939 con la intención de pasar una estadía breve. Al declararse la II Guerra Mundial no pudo tomar el barco de regreso a Europa, y terminó quedándose por más de 20 años.
Si bien viajó por muchos lugares del país, Tandil lo marcó, y llegó a decir que era “una obsesión”. En la ciudad formó su más fiel grupo de amigos argentinos, integrado por los entonces jovencísimos Jorge Di Paola, Mariano Betelú y Jorge Vilela.
En su Diario, una de sus obras fundamentales, dejó testimonio de sus días tandilenses, cuando se hospedaba en una casita frente al Parque Independencia e iba a tomar café a la confitería Rex de la calle Rodríguez. Con el desafío de ir más allá de lo que el propio autor eligió publicar sobre su vida, Halfon comenzó una aventura finalmente plasmada en el libro que presentará el próximo sábado 19.
- Venís a presentar “Extranjero en todas partes. Los días argentinos de Witold Gombrowicz” ¿Qué podés adelantar del libro?
Es un perfil biográfico de Witold Gombrowicz. Los perfiles no son biografías en un sentido absoluto, tienen un recorte. Y en este caso, el recorte fueron los días argentinos, el período de tiempo que Gombrowicz vivió en Buenos Aires, y en Tandil también.
Esto fue desde el año 39, cuando él llegó en un transatlántico y días después estalló la Segunda Guerra Mundial. No pudo volver a Polonia hasta el año 63, es cuando cuando se va de Buenos Aires a Berlín por una beca. Así que el libro cuenta un poco la las peripecias de la vida de Gombrowicz en Argentina durante esos años.
- ¿Cómo fue el proceso de trabajo de “Extranjero en todas partes”?
-Fue un trabajo por encargo. no era mi primera idea hacer algo con Gombrowicz. Pero obviamente después lo amé y estaba totalmente obsesionada con su vida y con su literatura.
El primer año me dediqué más que nada a leerlo, a leer todos sus libros porque tiene una obra bastante amplia, que incluye novela, cuento y diario. Y ya el segundo año empecé a leer un poco más, textos sobre él, textos documentales con testimonios de gente que lo conoció, y empecé a hacer entrevistas.
No tuve la posibilidad de conocer directamente a casi nadie que lo haya tratado, porque en realidad sí conocí a dos personas, pero no tan allegadas a Gombrowicz. Porque el círculo más cercano de la gente que lo había frecuentado en Buenos Aires, ya había fallecido.
Entonces fue un trabajo con fuentes de segundo grado. A partir de testimonios, de documentos, de trabajo en biblioteca. En especial la Biblioteca Polaca, donde hay una parte que se llama la Gombroteca, y tiene un montón de diarios porque él hizo periodismo en Buenos Aires.
Entonces me fui empapando del tema y después, en la segunda parte empecé a escribir. Ahí fue como un proceso para mí re lindo y muy angelado donde ya como que la estructura de este relato, digamos, de antihéroe de Gombrowicz, se iba escribiendo un poco sola.
- ¿Con qué autor te encontraste? ¿Qué es para vos Gombrowicz después de haber hecho este trabajo?
-Es un personaje increíble, una persona que todo el tiempo se escapa de los lugares comunes de la literatura, del exilio, del ser polaco. Como que siempre se está corriendo, es muy difícil de atrapar.
Fue un polaco que llegó de casualidad, después vino la Guerra, después Polonia pasó a ser parte de la Unión Soviética, y él estuvo prohibido. Y jamás en ningún momento él se quejó, como que siempre huyó de la zona trágica de la historia de Polonia, y siempre, digamos, se estuvo riendo de eso.
Y también fue un escritor de vanguardia. Con una propuesta muy radical en términos literarios y muy fascinante y adelantado.
Por ejemplo su teatro era muy parecido al teatro del absurdo, pero mucho antes de que éste exista. Está también su Diario como un espacio de autobiografía, de autoconstrucción, y lo inició mucho antes, era muy avanzado en muchos aspectos.
Un lector en el medio de las pampas
Hubo una anécdota que selló el vínculo de Gombrowicz con Tandil, y a la cual el propio autor dejó escrita en su Diario. Desencantado por la solemnidad de la intelectualidad local, el polaco se refugió una tarde en la Confitería Rex, donde se le acercó un grupo de muchachos que le preguntaron quién era. “Es un nombre difícil para criollitos”, dicen que dijo el autor, quien tomó una servilleta y escribió su apellido. “¡Ferdydurke!” exclamó el más joven, Jorge Di Paola, a lo que Gombrowicz respondió “tengo un lector en el medio de las pampas”, dando inicio a una amistad que seguiría por décadas.

- Se sabe de su paso por Tandil, de su grupo de amigos, y que la ciudad lo marcó. Después de haber hecho el perfil ¿Qué crees que significó la ciudad para Gombrowicz?
-Tandil fue el lugar donde él encontró sus amigos de verdad. Fue particular, porque eran chicos muy jóvenes los del grupo con el que terminó frecuentándose, entre ellos, Jorge Di Paola, que es un escrito espectacular. Y fue el lugar donde encontró lectores.
¿Cómo podía ser que un chico de dieciséis años en una ciudad, en la provincia de Buenos Aires conociera su libro, que se había publicado hacía diez años y al cual nadie había leído? Creo que ahí él encontró lo que siempre buscó. Amigos, gente muy inteligente y muy divertida, gente joven también, porque, digamos, él tenía una fascinación por la juventud. Entonces, me parece que ahí él trabó un vínculo muy profundo con estos jóvenes que todo el tiempo lo desafiaban y a la vez lo seguían. Lo seguían a todas partes.
- Estuviste en Tandil e hiciste una visita guiada con Elías El Hage, que te llevó a recorrer los lugares por los que estuvo Gombrowicz. ¿Qué te aportó para escribir el perfil?
- Fue el único lugar al que yo pude ir que que estaba igual al momento en el que había estado Gombrowicz. Fuimos a la casa donde él alquilaba un cuarto, y al Calvario, que aparece en el Diario Argentino descripto durante muchas páginas. Él tuvo ahí como una epifanía anti religiosa, y pensó muchas cosas en relación al catolicismo, a la vida, y al lugar de lo verdadero.
Ir a ese lugar fue muy fascinante. En Buenos Aires no están, los bares desaparecieron, como casi todo lo que él cuenta, que se esfumó un poco. En Tandil se conservaron tal cual y fue muy hermoso.
- Gombrowicz fue un escritor que dejó su vida plasmada en sus “Diarios”, por lo que la escritura de tu libro tuvo también el desafío de ir más allá de esos registros ¿no?
-Fue un desafío y a la vez una trampa. Porque parece que él ya dijo lo que había hecho, y en realidad cuando lo cotejás con otras versiones, cuando ves testimonios de amigos, o revisás el libro de quien fue su esposa y heredera, Rita Gombrowicz, empiezan a aparecer las incongruencias.
Los huecos, las fallas, y se empieza a ver que en realidad, lo que Gombrowicz hacía en su diario era contar lo que quería que se supiese. Hacer el libro fue un poco como estar viendo a contraluz la figura de Gombrowicz, y también la de su fantasma.