Sacheri y los secretos de la adaptación de "El secreto de sus ojos"
El escritor reveló los desafíos que enfrentó para transformar su novela en la película ganadora del Oscar.
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La Fundación OSDE realizó en la tarde de ayer su cierre de año con una charla con Eduardo Sacheri. El afamado escritor se presentó en el auditorio de Santamarina al 400 para contar detalles sobre cómo su libro La pregunta de sus ojos se convirtió en una de las películas más importantes de la historia del cine nacional.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailSacheri propuso una charla dinámica donde utilizó escenas de la película y otras del backstage para contar cómo su primera novela, escrita en 2005, se adaptó al cine en 2009 de la mano de Juan José Campanella. La charla estuvo convocada por la Fundación OSDE en compañía de sponsors como Grupo Rotonda y El Eco Multimedios, entre otros.
Pablo Sepúlveda, de la fundación local, fue el encargado de llevar el conversatorio con el escritor. A lo largo de más de una hora y media de diálogo, fueron repasando escenas icónicas, los desafíos, las tensiones creativas y las sorpresas que surgieron en la colaboración con Campanella a la hora de llevar su obra literaria a la pantalla grande.
Sacheri relató que su vínculo con el cineasta comenzó en 2004, cuando el director se convirtió en un entusiasta lector de sus libros de cuentos, en particular aquellos centrados en el fútbol. Por ese entonces Campanella consideraba la posibilidad de adaptar algunos de esos relatos a la gran pantalla. Sin embargo, en aquel momento, Sacheri estaba inmerso en la escritura de La pregunta de sus ojos, una novela que él percibía como ajena al estilo "luminoso" y más propenso a la comedia que caracterizaba al director de cine.
Fue recién en 2005, tras la publicación del libro, cuando Campanella se entusiasmó con la historia y le escribió a Sacheri, dando inicio a un proceso de colaboración donde se hizo evidente que cada uno tenía su propia visión del relato. Como explicó Sacheri, cuando un cineasta se interesa en un libro, siempre hay una interpretación personal de la historia que desea contar, algo inherente a todo proceso creativo.
Las principales demandas de Campanella para la adaptación fueron transformar la trama en un policial y darle un protagonismo mucho mayor a la historia de amor entre los personajes interpretados por Ricardo Darín y Soledad Villamil. El escritor contó que su obra contenía un crimen, pero no se configuraba como un "policial".
Un ejemplo claro de esta transformación fue la escena de la detención del asesino. Mientras que en la novela se producía en un tren, Campanella exigió que fuera en una cancha de fútbol, una idea que inicialmente pareció inverosímil. Para justificar este cambio y hacerlo "razonable" para el espectador, fue necesario construir una serie de escenas previas las cuales fueron mostradas a través de videos en una pantalla.
Sacheri detalló el proceso de "laboratorio mental" para ir sembrando pistas y elementos, como la casa de la madre en Chivilcoy o las cartas halladas por los personajes. El autor enfatizó la regla del policial: el espectador debe tener la opción de descubrir la verdad, aunque no lo haga. La clave reside en que la solución del enigma sea a la vez "impredecible e inevitable", una paradoja que define la maestría del género.
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La escena icónica en Huracán
La persecución en la cancha de fútbol, una de las escenas más memorables de la película, representó un enorme reto. Según explicó el autor del libro, la elección del estadio no fue casual. Aunque Campanella inicialmente pensó en Racing, su club de preferencia, Sacheri propuso Huracán debido a los intrincados corredores y pasadizos del Tomás Ducó.
El equipo realizó un "scouting" detallado para planificar cada movimiento. Sacheri mostró videos del detrás de escena, donde él mismo, junto a su hijo y el jefe de efectos especiales, recorrían los pasillos de Huracán para coreografiar la secuencia. Esa práctica se tradujo en una escena de tres minutos y medio donde la persecución demandó cuatro noches de rodaje, que incluyeron un helicóptero y la participación de 400 extras.
La charla también abordó cómo el público interpreta y resignifica las obras. Sacheri se detuvo en el famoso monólogo de Guillermo Francella sobre la pasión. Aunque él y Campanella lo escribieron con una intención "trágica", viendo la pasión como una fuerza que aprisiona, el público mayoritariamente lo interpretó de manera "festiva". Recordó que la escena comienza con Francella hablando de su propio alcoholismo y Darín señalando su amor no correspondido, evidenciando cómo la pasión puede ser una carga.
También compartió una anécdota de la Academia de Hollywood, que selecciona cinco minutos continuos de cada película nominada al Oscar para un simposio con los directores. Eligieron una escena que fue la mejor sinopsis de la película, ya que contenía toda la complejidad de la trama y la relación entre los personajes. Ese fragmento fue el único que logró risas entre los integrantes de la Academia, lo que significó una buena señal para el desenlace del Oscar.
Batallas ganadas y perdidas
El escritor repasó la complejidad del proceso de escritura de un guión donde el autor no tiene la última palabra. Allí narró dos situaciones. La primera fue la necesidad de mostrar al asesino nuevamente como "poderoso, libre y amenazante" antes del desenlace, una escena que no existía en la novela pero era crucial para el cine. La segunda fue el final en la jaula, donde en la novela los personajes estaban muertos, mientras que en la película debían estar vivos. La escena es de gran impacto dramático, de pocas palabras, resolviendo visualmente lo que en un libro se describe de otra manera.
Sacheri confesó sus negociaciones con Campanella. Una "batalla ganada" fue la permanencia del personaje de Francella, a quien el cineasta quería eliminar por considerarlo "tercer vértice" innecesario. Por esa razón, el escritor propuso que muriera en un "acto rotundo de amistad", lo que fue aceptado.
Sin embargo, también compartió una "batalla perdida" y una escena que detesta: aquella donde Villamil le pregunta a Darín, “y si fue así, "¿por qué no me llevaste con vos?", y él solo baja la cabeza. Sacheri siente que su personaje femenino no diría tal cosa sin una respuesta más significativa desde la otra parte.
A pesar de este punto de fricción, el autor reconoció que el cine logra que el espectador olvide la escena debido al impacto de la jaula, un "golpe en la mandíbula" que antecede al verdadero final, lleno de esperanza y la necesidad del personaje de hablar y no quedarse inmóvil.