“Uno se queda siempre con ganas de dar más”, confió Guillermo Martignoni, con 44 años de docencia
El exdirector de la Escuela Granja y del Instituto Agrotecnológico Tandil fue el abanderado del acto protocolar por el Día del Maestro. Unos noventa docentes y no docentes que se jubilaron recibieron sus medallas.
Ayer, en el Salón de Usos Múltiples de la Escuela Polivalente de Arte, unos noventa docentes y no docentes que se jubilaron recibieron sus medallas en reconocimiento a la trayectoria, en el acto protocolar por el Día del Maestro. Se vivieron instantes de gran emoción, que los educadores tandilenses compartieron con sus familias.
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Guillermo Martignoni, tras 44 años de servicio y 25 como director de la Escuela Granja y del Instituto Agrotecnológico Tandil (IAT), tuvo el honor de ser el abanderado y portó la enseña patria. Se mostró emocionado por poder compartir ese orgullo con sus nietos.
En noviembre del año pasado, se jubiló y en la víspera formó parte del homenaje, junto a pares de todos los niveles y modalidades de gestión pública y privada. “Creo que, con errores y defectos como tenemos todos, he hecho las cosas de corazón”, concluyó a modo de balance.
Su vida como docente comenzó cuando estaba cerca de graduarse de ingeniero agrónomo en la Facultad de Mar del Plata, que funciona en el INTA de Balcarce, y se sumó a trabajar en el tambo de la Escuela Granja. “Ahí me quedé. Tengo 44 años como docente”, resumió y calculó que tuvo más de 17 mil alumnos a su cargo.
Además, durante 12 años fue profesor en las facultades de Ciencias Veterinarias y de Agronomía (con sede en Azul) de la Unicen, y hasta trabajó en la Escuela de Barker. “Llegué a tener hasta 500 alumnos por año”, señaló en referencia a su rol en todos los niveles educativos.
El vínculo con los chicos
“Es un largo camino recorrido que, gracias a Dios, me ha dejado muchas satisfacciones, sobre todo con los chicos, y el reconocimiento de los alumnos es lo mejor que te podés llevar”, confió.
En sus inicios como estudiante universitario nunca imaginó que se iba a dedicar a la docencia. “Cuando entré a trabajar en la Granja, enseguida me di cuenta de que era lo mío, que me gustaba mucho, sobre todo la relación con los chicos”, repasó.
Las señales que le indicaron que estaba en el camino correcto fueron que “no me costaba hacer las cosas y trabajaba más tiempo que el que correspondía” y agregó que a lo largo de su carrera eligió “hacer todo con suma responsabilidad y respeto por los chicos. Eso es lo central, y el amor por las cosas, por el lugar, por mi escuela donde estudié”, dijo Martignoni, quien también es exalumno de Granja.
Por otra parte, valoró que su familia lo acompañó siempre y se mostró conmovido porque sus nietos pudieran verlo ahora, portando la Bandera Argentina en el acto donde se homenajeó la trayectoria de los maestros de Tandil.
Un rol activo
Al reflexionar sobre sus 44 años como docente, consideró que “es mucho, pero a su vez es poco, en el sentido de que uno se queda siembre con gas de dar más, sobre todo en esta época en que uno se siente joven”.
Su perfil como director fue dinámico en cuanto a la gestión y a la generación de proyectos, cualidad que tuvo como estudiante y que desarrolló dentro de la institución. “Siempre fui muy de hacer, emprendedor, y eso me permitió abrir la escuela a la comunidad y tener un gran acompañamiento de todo el colegio, de los padres, de las empresas, de las entidades que acompañaron a la cooperadora, y logramos hacer un proyecto muy trascendente, que ha llegado a niveles muy buenos en distintas áreas. La escuela fue un referente muy importante a nivel de la agroindustria; sigue siéndolo, porque la trayectoria de 105 años es muy importante”, remarcó.
Por otra parte, puso en valor la interacción con las instituciones, como el Municipio, Cámara Empresaria, Sociedad Rural, etc., situación que hoy le permite participar en el INTA y en el Cluster Quesero, entre otros espacios.
Su lugar en el mundo
En palabras de Martignoni, la Agrotécnica, mejor conocida como Granja, “es una escuela muy demandante para los alumnos, porque es de jornada completa; para el docente que se quiere dedicar a full al colegio; para la comunidad porque demanda mucho esfuerzo económico y tiempo; pero a su vez satisface la demanda social, porque eso es lo que tuvo la escuela a lo largo del tiempo: sacrificio, demanda social con mano de obra, con tecnología, con productos. La escuela siempre estuvo presente en Tandil y ha tenido la respuesta en un montón de gente de Tandil, de las entidades intermedias sobre todo, que hoy componen la cooperadora”.
Por último, y como el factor más importante, resaltó que pasaron “mucho alumnos que quieren la escuela como si fuera de ellos”.
Tras recordar su vida como maestro, Martignoni caminó a paso firme hasta el escenario, con la Bandera Argentina como insignia y los ojos brillosos, casi al borde de las lágrimas.