Un episodio violento alteró la calma en las inmediaciones de Urquiza al 400 el pasado martes alrededor de las 20. Un padre y su hijo fueron atacados por un perro que, según el relato, salió de un grupo de jóvenes que se encontraba en la vereda.

La víctima relató que “nosotros veníamos caminando, cambiamos de vereda porque andaba un perro”, y que el ataque ocurrió de forma repentina.

“Antes de cruzar la calle, había un grupo de chicos contra el cordón de la vereda; íbamos a pasar por ahí y el perro se salió del grupo de los chicos y nos atacó”, explicó.

El ataque fue tan violento que ambos cayeron al suelo. El hombre agredido describió la magnitud de las lesiones: “Me mordió todo el brazo”. Su acompañante también fue alcanzado: “Se le paró el perro en los hombros, mi hijo lo tuvo cara a cara”.

El damnificado detalló que el animal “me rompió la camisa y me mordió todo el brazo”, y que el bíceps “me lo desarmó”, lo que obligó a recibir “muchos puntos de sutura”.

Luego del hecho, se presentó en la seccional Primera, donde un médico policial constató las heridas. La recuperación se ve además comprometida por una condición previa: el hombre es diabético, lo que agrava el cuadro y podría retrasar la cicatrización.

Tras la denuncia, surgió otro dato inquietante. Según contó la víctima, una vecina le advirtió que, muy cerca en un departamento trasero, tiene otro rottweiler”.

La preocupación de los damnificados se centra en evitar que el hecho se repita. “Que se escapen de vuelta y van a matar a una criatura”, advirtió.

Ahora se espera una inspección y el avance de la investigación, mientras la principal preocupación del herido sigue siendo una sola: “Que no muerda a otra persona”.

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