Volvieron a arremeter contra el Murallón del Dique y se reanudó la polémica por su intervención
El proyecto para plasmar la historia de Tandil con siete murales pintados en la emblemática edificación sigue adelante y volvió a preocupar a los defensores del patrimonio arquitectónico, que temen que se avasalle el espacio público sin criterio ni consenso.
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Aunque parecía una cuenta saldada, se abrió un nuevo capítulo en la historia patrimonial de la ciudad, más precisamente en torno a la intervención del Murallón del Lago del Fuerte. El inminente lanzamiento del proyecto “Mural Histórico en Tandil” volvió a prender las alarmas sobre la preservación patrimonial y los usos del espacio público.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailA través de un posteo en sus redes sociales, la arquitecta Carolina Shedden, una de las impulsoras de la defensa del Murallón, expuso el tema y señaló que “hay gente que no entiende lo que es el consenso ciudadano, manejan otros códigos, otros recursos y avanzan sin atenderlo. Está claro que el Murallón es la mejor vidriera de la ciudad y al parecer está vendida”.
La cuestión es que el proyecto para que siete artistas pinten la edificación reflejando los 200 años de historia tandilense sigue avanzando aunque parecía que se había desistido de la propuesta.
Hace unos meses, Shedden recolectó 1500 firmas para que no se intervenga el patrimonio, de profesionales y gran parte de la comunidad artística, además de la ciudadanía, consiguió avales de la Facultad de Arte de la Unicen, del Colegio de Arquitectos y de la Dirección de Patrimonio de la Provincia, que apoyaron el proyecto de declarar el Murallón como Patrimonio Histórico y Arquitectónico. Esta moción fue votada por unanimidad en la Comisión de Asuntos Culturales de la Cámara de Diputados bonaerense hace dos meses y siguió su curso legislativo.
Con este camino recorrido, la profesional expuso públicamente su desconcierto frente esta novedad y remarcó, en su posteo, que hace dos semanas fue convocada por quien lleva adelante el proyecto para comunicarle que iba a seguir adelante con la iniciativa, que establece la creación de los murales por artistas elegidos arbitrariamente y no mediante concurso u otras instancias.
Un proyecto costoso
Según puso averiguar este Diario, el proyecto es bastante oneroso porque se necesitan litros de pintura, una gran infraestructura para poder llevar adelante la tarea en altura y recursos humanos capacitados, amén de otras cuestiones.
En su momento, cuando se lo puso en conocimiento del proyecto, el Intendente no se opuso pero tampoco tiene la facultad de decidir unilateralmente sobre el espacio. En ese entonces, solicitó a los interesados que solicitaran permiso ante la Dirección de Hidráulica de la Provincia y el Concejo Deliberante.
Como se sabe, en Tandil existe el PDT (Plan de Desarrollo Territorial), la legislación municipal que establece límites al accionar sobre el patrimonio natural y urbano. Numerosos edificios, monumentos y casas se encuentra incluidos en el anexo 5 del Plan de Ordenamiento Territorial “Bienes Patrimoniales Catalogados”, por lo cual gozan de un régimen de preservación especial, pero tantos otros permanecen aún por fuera de este paraguas normativo y podrían desaparecer o modificarse sustancialmente a futuro.
Los pasos legales y administrativos que implica poder intervenir una construcción de estas características deberán ser sorteados con éxito para, finalmente, poder plasmar esa obra pictórica en las paredes que desde hace décadas custodian el Lago.
El debate por el espacio público
Algunos de las personas involucradas en la defensa del patrimonio, consultadas por este medio, expresaron su sorpresa por todo el movimiento generado alrededor de la iniciativa muralista y evidenciaron su decepción por la escasa conciencia que sigue habiendo sobre la conservación de la arquitectura urbana.
Aquí el debate emmpieza a girar sobre el límite entre las acciones de apropiación del espacio público y el riesgo para el patrimonio. No obstante, repararon en que el Murallón es una especie de síntoma de lo que sucede en Tandil con el patrimonio urbano y la identidad arquitectónica de la ciudad.
En esta línea, algunos profesionales enfatizaron en que se debe insistir en la educación y en la sensibilización de la sociedad hacia un patrimonio cultural que “no es nuestro” (o no sólo nuestro), sino que se ha recibido en usufructo con la obligación de legárselo a las próximas generaciones con el mismo o mayor valor, sin que su valor radique en satisfacer los gustos personales.