Arrebatos
Recién cuando la multitud llegó al final del recorrido, frente al edificio de la sede del rectorado de la Unicén en Pinto y Chacabuco me di permiso para sacar el celular del bolsillo y ver si había algo urgente para responder.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailHasta ese momento no me quise perder nada de la movilización: ni los cantos ni las banderas ni las pertenencias de quienes marcharon en grupo. Tampoco rostros ni expresiones. Como suele ocurrirme en este tipo de acontecimientos, mi atención hizo foco en los dos extremos etáreos: los chicos y los viejos (en uno percibo a mis nietos en cada uno de esos nenes y nenas que van con sus padres y sus madres; el otro, ya me es propio). Trato de sacar conclusiones de esa apreciación. Del estilo ´esta movilización es bien representativa. Está el futuro, que ya es presente, y la experiencia, que nunca será pasado…´. Hasta hoy, y con varias marchas encima, no encontré la frase que logre convencerme. Seguiré intentando (o mejor dicho, espero que quienes conduzcan nuestros destinos no sigan generando la necesidad/obligación de salir a defender derechos que creíamos definitivamente consolidados).
Celular en mano no pude resistir la tentación de enterarme qué estaba pasando en Buenos Aires. El portal capitalino al que ingresé mostraba las imágenes de miles y miles de personas en la Plaza de Mayo. Esta vez, Tandil mantenía las proporciones de lo que estaba sucediendo a nivel nacional.