De olas, perros y penas
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Qué sé yo, hermanito…. Las penas me vienen agarrando como en cámara lenta.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEl otro día, el miércoles, cuando me enteré de la muerte de Miguel Russo me dio tristeza. Se veía venir, claro, no fue una sorpresa. Pero quién le puede esquivar a la tristeza, por más que ya supiera que el resultado estaba puesto.
Yo no le esquivé a la tristeza, esas cosas no se hacen: me senté frente a la computadora, abrí los portales y me leí todo lo que andaba dando vueltas: las declaraciones, los mensajes de pésame, los videos, las anécdotas, hasta su último deseo de vestirse con los colores de Boca. Todo leí, vi y escuché. Me empaché de tristeza. Porque son esos pactos de honor un poco zonzos que uno cree que hace con algo o con alguien. “Miguel se merece esta tristeza…”, algo así me dije. Dedicar la tristeza al tipo –al gran tipo, además-, que me dio grandes alegrías.