Edades difíciles

A la hora estipulada estábamos los tres sentados en la mesa del bar, pidiendo un café. Hacía unos cuantos años que no nos encontrábamos.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailA lo largo del tiempo la palabra amistad fue perdiendo el encanto que supo tener para mí. Pero ellos, mi amigo y mi amiga con los que nos encontramos el sábado provienen de aquella época. Cuando la amistad todavía era casi una cuestión sagrada. Por eso las ganas genuinas, honestas, sinceras de compartir un momento; aunque solo fuese la fugacidad de un café en una tarde verano.
Él se fue de Tandil a los pocos años de terminar el secundario; ella, también, pero volvió tiempo más tarde. Esta ciudad tiene sus particularidades: me enteré que está viviendo a pocas cuadras de mi casa, pero nunca nos hemos cruzado. Él no volvió nunca más y tampoco son asiduos sus viajes “al pueblo”. Por eso cuando me mandó un mensaje para encontrarnos los tres, “a charlar”, me pareció un programón.