El que cuenta historias
:format(webp):quality(40)/https://cdn.eleco.com.ar/media/2025/12/stevenson.jpg)
No debería llamarme la atención que algunos jóvenes que conozco tengan una especial atracción por podcasts en los que se cuentan historias. Pensé que, en tiempos de avances multimediales, realidades virtuales y tantos otros vértigos de los sentidos, un relato contado ´a capela´ había perdido su encanto. Afortunadamente, no es así. Lo que confirma que no hemos olvidado el gusto –quizás la necesidad– de escuchar historias. Una costumbre que viene, seguramente, de cuando nuestros primeros ancestros se guarecían en una cueva o se reunían alrededor de un fuego.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailTodos, o casi todos, nos deleitamos con historias bien contadas. Pocos, muy pocos, tienen el don de narrarlas.
Lo he dicho muchas veces: mi abuela tenía esa gracia. En épocas de las cenas grandes, durante la sobremesa, alguno de sus diez hijos le pedía que contara aquella historia. La que seguramente había escuchado decenas de veces. Ante la audiencia numerosa de su prole, Juana dejaba sobre la mesada el repasador que siempre llevaba en la mano, se sentaba en la cabecera y comenzaba a describir esos mundos habitados por almas en pena, lobizones, luces malas y enamoradas lánguidas. Yo era un privilegiado más entre su público.
