HOY, SÁBADO
Extravíos

De repente, mi amigo El Gordo deja de hablar y vuelven a escucharse el canto de los pájaros, los motores de los autos que pasan por la calle de asfalto a dos cuadras, el grito de los pibes jugando en alguna pileta del barrio.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailEstamos sentados bajo la sombra del sauce, tomando una cervecita. No le quiero decir nada del silencio porque va a empezar a hablar de nuevo.
Creo que lo prefiero hablando, porque ahora ronca. Debí saberlo: si se quedó callado es porque se durmió.