Inmensidades
Ayer a la hora de la siesta dejé la puerta abierta de mi casa, como para “emparejar los ambientes”. Me pasa a veces que salgo y es como si desembocara en otro lugar, más tibio o más frío, según el día. Y no sé si me gustan esos cambios tan abruptos. Lo mismo sucede en ocasiones cuando entro: la oscuridad del interior me hace pensar que ya se va terminando el día, cuando un paso atrás hay un sol que todavía entretiene.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEntran las moscas, es cierto. Pero algún precio hay que pagar en esto de hacer del mundo un solo ambiente.
Fue así que pude enterarme de primera mano cuando se largó a llover tímidamente. Las gotas caían en puntas de pie, como quien quiere disimular el paso. Y eran las dos cosas: la lluvia y alguien que venían caminando apenas apoyando los zapatos entre las piedritas.