Monedas y anillos

Hay noches en las que subir a mi habitación es como encarar por las escalinatas del Calvario. Sacrificante. Sobre todo, esas noches en las que vengo cansado, luego de alguna cena aburrida a la que le di chances de entretenimiento y perdí. Regreso tarde y con sueño.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn esas noches me gustaría quedarme a dormir abajo, en el sillón. Pero no me dejo vencer por la tentación; sé que a la mañana siguiente –o a la madrugada- voy a estar con el cuello torcido, con frío y alunado; tres estados que me van a acompañar por el resto de la jornada.
Entonces, comienzo a escalar. A veces, yendo escalón por escalón, meditando en cada uno para que no se me haga tan cuesta arriba. Otras, subiendo de a dos peldaños, para llegar lo más pronto posible a la cama.