Sueños y barriletes

Cómo escribir un sueño. Contarlo es una tarea difícil y de escaso interés para quien la escucha. Pero más complicado es escribirlo; con puntos y comas, con verbos conjugados en un mismo tiempo y persona, con un orden lógico. Requisitos que el sueño no contempla. Pero el lector espera.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailPor eso –y por desconocida- comenzaré obviando la parte de cómo llegué a esa isla. O a ese pueblo pequeño que por alguna razón que no me fue ni será dada está ubicado en una isla.
Me encontré con gente sencilla y casi rural, afable, entre las cuales hay una familia que ofició de anfitriona de mis días en ese lugar. Mínimamente fueron dos días. En el primero, surgió la conversación que viene a cuento: el dato de un hombre viejo y solo que vive alejado del caserío. Si bien no me lo dijeron directamente –insisto, es gente buena o tal vez con esa clase de sabiduría que no permite hablar mal de nadie- de alguna manera me dieron a entender que el hombre no está del todo bien de la cabeza. Un poco loco, entendí, pero por devolución de cortesía tampoco lo dije. Entre otras cosas, el hombre se dedica a remontar barriletes que él mismo hace con ramas y hojas de por ahí. Se llama Raúl, nombre propio de una generación que languidece. González, el apellido. Uno más entre miles, millones. Como yo.