Timbres, locos y escopetas

Desde que Fabio Alberti en “Todo por Dos Pesos” encarnó a ese particular editorialista televisivo que comenzaba su perorata con un “¿qué nos pasa a los argentinos? ¿estamos todos locos?...” ya nada será lo mismo. Ninguna columna, relato, opinión, editorial o discurso podrá contener esos dos interrogantes. Nada como parodiar la solemnidad para librarnos de ella.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu emailPor lo demás, yo ya ni siquiera me lo pregunto. Me lo pregunté en otras etapas de mi vida y de la historia que me tocó vivir. Y si me tuviera que responder hoy diría algo así como “ni idea. No tengo la menor idea de qué nos pasa…”. Posiblemente, a partir de allí ensayaría algún fundamento de poca monta –del estilo “no es saludable generalizar”- y me iría a dormir tranquilo.
En cuanto al “¿estamos todos locos?”, mi respuesta es contundente: no. Yo no. Alguna gente que yo conozco, no. No al menos con ese grado de locura casi criminal que –como toda locura- se lleva puesta cualquier tipo de racionalidad. Y debo decir que cada vez veo más gente chiflada. En la televisión, en las redes y en la vida real.