HOY, MARTES
Vuvuzelas
Si bien a lo largo de mi vida no he sido un tipo de hablar demasiado, el trabajo me ha llevado a recurrir a las palabras, tanto escritas como dichas –en mi paso por la radio-. He usado y abusado de ellas.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailYa que de economía se trata –hablamos de mi actividad laboral, de mi sustento- no hace mucho llegué a la conclusión de que las palabras (así como cualquier materia prima) son un bien finito, un recurso no renovable. O escasamente renovable: uno puede renovar alguna palabra, muy de tanto en tanto. Y no todas, ciertamente.
De manera que he decidido cuidarlas. Reservarlas, en lo posible, para mi tarea cotidiana, para manejarme en cuestiones urbanas, de cortesía y para relacionarme con mi familia y el vecindario.