Escribe Fernando Izquierdo<a href="mailto:fernandoizquierdo@hotmail.com">fernandoizquierdo@hotmail.com</a>El sábado 5, el Centro Danés fue escenario de una nueva visita a Tandil de Litto Nebbia, quien bien podría catalogarse -por antonomasia- como piedra fundacional del rock nacional.Tras presentarse la noche anterior en Mar del Plata, el rosarino arribó alrededor de las 20.30 al escenario desde el que, un par de horas más tarde, les permitiría a los tandilenses paladear un nuevo show de una verdadera leyenda viviente.La prueba de sonido le permitió poner a punto su voz, dos teclados y una guitarra, poco antes de que el público comience a colmar el salón de una velada que además del show incluyó una cena.En su camarín, emplazado bajo el escenario en una suerte de sótano de luz tenue, Nebbia invitó a La Vidriera a compartir su previa. Vivida por el artista con absoluta naturalidad, como no podía ser de otra manera para alguien que ha forjado una carrera de casi sesenta años que incluye la creación de más de 1.300 canciones.Con el bullicio de los primeros concurrentes de fondo, Nebbia inició su diálogo con este Diario, a través del cual se pronunciaría acerca de sus comienzos en la música, su conexión con Tandil, el origen de La Balsa y su época de exiliado en México, además de brindar su visión sobre colegas como “Tanguito” y Luis Alberto Spinetta.&nbsp;“Hace tanto tiempo que toco que, por algunos lugares he pasado muchas veces. En algunas ciudades pequeñas del interior dependemos de que haya algún ‘aventurero’ que produzca un show cercano a las características de lo que hago yo. Mi vez anterior en Tandil había sido hace unos cuatro años en un ‘bolichito’ muy lindo como Macanudo. Hubo un ambiente muy ‘bolichero’, en esa ocasión me presenté como parte de un trío, hicimos una música mucho más eléctrica, estrenduosa. Para esta vez, en un salón, traje una cosa mucho más melódica. Siempre sobre la base de mis canciones, a través de las cuales voy recorriendo todo mi repertorio. Hago algunas que son muy conocidas y otras que no, sobre estas últimas tengo la tarea de divulgarlas. Todo disco tiene canciones más difundidas respecto a las otras, que no las conoce nadie. No se difunde la música en Argentina, en general, no hablo de lo mío en particular. A Tandil he venido muchas veces y tengo muy lindos recuerdos, siempre he estado en pubs o salones”.-¿Su show presenta mutaciones u obedece a determinada estructura?-Cambio. Antes de esta visita a Tandil, toqué en Mar del Plata, haciendo casi las mismas canciones, pero no porque tenga un programa armado, voy improvisando. Salgo con mi carpeta de letras y es muy posible que de un show al otro haga canciones diferentes. Tengo más de 1.300 y últimamente debo estar tocando menos de 200. Voy desempolvando material, a veces me presento en determinado lugar y digo: “Voy a tocar una canción que no conoce nadie”. Y salgo con algo que hice cuando tenía 17 años y de inmediato toco algo que compuse el mes pasado.-¿Siempre respetando cierta impronta?-Sí, yo le doy mucha bola a la idea de sostener un estilo. Me gustan los compositores a cuyas canciones las identificás de inmediato cuando escuchás algo suyo por la radio. Eso se debe a que tienen un estilo, después, músicos buenos hay en todas partes del mundo.-De alguna manera instauró un estilo en el país cuando emergieron Los Gatos Salvajes. ¿Qué música tomó como referencia o inspiración?-Cuando empecé en esa banda tenía 15 años. Lo hice impulsado por un instinto natural que cualquier adolescente de esa edad tiene. Lo que tenía clara era mi intención de hacer canciones distintas a las que había, la mayoría eran extranjeras con una adaptación al castellano muy fea. Hechas en España o México, con lo cual, en vez de hablar de “amigos” hablaban de “cuates”. Me propuse hacer canciones que, humildemente, aporten a nuestra idiosincrasia. Así empecé a escribir y a sacar las canciones con este grupo de adolescentes, en el que yo era el más chico, el resto tenía 20 años, yo 15. Era difícil porque en esa época la diferencia de edad era pesada.&nbsp;<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2022/02/vidriera_13_02_1.jpg" alt="vidriera 13-02 - 2"></figure>-¿Qué nivel de aprobación cobraron esas canciones?-No fueron aceptadas, a mucha gente le resultaban extrañas. Tampoco fueron aprobadas por quienes manejaban la industria y de antemano establecían qué le podría interesar a la gente y qué no, algo que me parece un error. De todos modos, había gente que nos seguía porque le gustaba nuestra originalidad, en Rosario no había nadie que tuviera canciones propias, siendo una ciudad que contaba con unas 150 bandas. Fuimos consiguiendo seguidores de a poco pero, después de un año y pico y un único álbum grabado, el grupo se disolvió.-¿Cuál fue su siguiente rumbo?-Me quedé en Buenos Aires probando suerte y, de la banda, sólo me acompañó el tecladista, Ciro Fogliatta. Los demás, volvieron a Rosario. Nosotros nos quedamos en Buenos Aires sobreviviendo, haciendo lo que fuera, yo llegué a tocar el bajo. Manejando, al mismo tiempo, el proyecto de formar una nueva banda, de similar estilo. Lo terminamos haciendo con otros rosarinos, armando Los Gatos. En ese caso sí tuvimos éxito. Antes, pasaron dos o tres años de estar incubándolo. Un proceso que ocurre con cualquier grupo, Los Beatles, antes del gran éxito internacional que alcanzaron, tocaron en lugares pequeños durante unos tres años. Esta tarea tiene eso, y a uno no le cuesta nada esperar porque está convencido de que lo que hace es algo que le gusta, con lo cual no tiene la urgencia de alcanzar el éxito. Entiendo que todos necesitamos tenerlo en lo que hacemos, pero tampoco debemos vivir pensando en ser famosos, millonarios o tener la posibilidad de viajar por todo el mundo. Pensar así para mí es una locura porque te desvía.-Se lo asocia al rock, pero ha abarcado otros géneros.-Sí, me gusta la música en general. He producido muchas cosas, de tango por ejemplo. En el sello que tenemos hace unos años, Melopea, tenemos más de 600 álbumes hechos. Cuando era chico conocí muchos tangueros por mi viejo, que escuchaba esa música. Producir me ha dado la satisfacción de ver a artistas grabar después de muchos años. No me parece bien que solamente puedan hacerlo aquéllos que generan mucho dinero.-¿Todavía emergen artistas genuinos o la ola comercial arrasó con ellos?&nbsp;-Claro que aún existen, lógicamente no trascienden como aquéllos que generan contenidos más comerciales. Sí veo que hay cada vez más ambición, más desigualdad social, más drogas y cosas nocivas, pero eso no quiere decir que todo el mundo esté asociado a ello.&nbsp;Spinetta, La Balsa y “Tanguito”-¿Qué le genera que a Spinetta y a usted suele mencionárselos como los grandes pioneros del rock nacional?&nbsp;-Lógicamente, cualquier elogio que hagan sobre mi tarea me gusta. El músico, como cualquier artista, necesita tener un feedback con la gente y que lo reconozcan por su trabajo. Pero yo no dependo de eso a la hora de hacer música. Tengo una vocación artística muy firme, inculcada por mis padres cuando tenía cinco años. Entonces, desde muy chico tuve la suerte de saber que me voy a dedicar a esto hasta que me muera. Tener más o menos éxito no me “mueve los tantos”. Abordo la carrera de músico tocando siempre y eso hace que tenga altibajos, no necesariamente tiene que ver con la laboriosidad o el talento de uno, también está ligado a la recepción de los demás. Soy un tipo muy prolífico, en el último año y medio grabé cinco álbumes.&nbsp;-Con la decisión de trabajar de manera independiente.-Claro, no tengo que ver con el tema de la industria. Mis discos no se difunden como otros. Sin embargo, toco, la gente me conoce y, al que le gusta lo que hago, va y compra el disco. No dependo de cuánta fama tengo, hay mucha gente que me sigue porque tiene claro qué hago y cuento con una trayectoria muy grande, algo que me mantiene firme.<figure class="image"><img src="https://cdn.eleco.com.ar/media/2022/02/vidriera_13_02_4.jpg" alt="vidriera 13-02 - 5"></figure>-¿Es fidedigna la versión popular entorno a la concepción de La Balsa?-Sí, la historia fue así. Y, de alguna manera, estuvo salpicada por una calumnia que me hicieron dos personas. El ambiente de la música es muy fraterno, pero al mismo tiempo tiene sus lugares oscuros, con mucha envidia. Cuando salimos con Los Gatos arrasamos, estábamos primeros en ventas en todo América. Había gente a la que eso no le gustaba y, de pronto, a un par de tipos se les ocurrió, para mancharme, decir que era una canción que yo había robado, lo cual era una canallada. Es cierto que la compuse en el baño de La Perla del Once y que “Tanguito”, que al poco tiempo falleció, lanzó la primera frase: “Estoy muy solo y triste acá en este mundo de m…” (N. de R.: finalmente, la frase se modificó a “este mundo abandonado”). De hecho, en el disco de Los Gatos dice “La Balsa, de Nebbia y Ramsés”. Él usaba ese seudónimo porque no le gustaba que le digan “Tanguito”. Un día Ciro Fogliatta estaba leyendo un libro sobre historia egipcia y le sugirió que se ponga Ramsés. &nbsp;-¿Cómo era “Tanguito”?-Un tipo muy complicado y autodestructivo. En su casa, era insoportable con los padres, no tenía buena relación con ellos. Eso hacía que estuviese siempre “yirando” por la calle. Muy pronto empezó a tomar pastillas y esas cosas. Podés pasarte una noche en una plaza disfrutando de la bohemia, pero el tipo dedicó su vida a eso y se destruyó. Por eso, nunca pudo grabar un disco, componer o evolucionar. Tenía espíritu artístico pero sabía dos acordes, nunca estudió. No era una persona con la que pudieses mantener una amistad fluida, era muy divagante.-¿Y Spinetta?-Muy buena persona y muy buen músico, muy creativo. Lo que todos saben que ha sido. Me gusta su obra, como también otros músicos como “Charly”, de quien prefiero lo más viejo de su material. También me gustan “Fito” (Páez), Baglietto y León (Gieco).-¿Es La Balsa una canción infaltable en sus shows?-No. Algunas veces ni se me ocurre. La gente la pide siempre, a cualquier músico le pasa que el público le pide los temas que más conoce. Soy muy cabeza dura en eso y quiero que la gente escuche toda mi música. Sé que tengo canciones lindas que no he tocado mucho, hay gente que las descubre en ese momento. Quienes no conocen a fondo mis discos, me piden La Balsa, El Rey lloró, Viento dile a la lluvia, Sólo se trata de vivir o Quien quiera oír que oiga. Te piden tus canciones más exitosas y es normal. Pero no toco a pedido, sino sobre lo que voy sintiendo en el momento. A través de los años, he ido formando un público que se banca eso. De hecho, en algunos lugares en los que toco la gente no me pide nada. Es un público al que he ido acostumbrando a valorar la cosa espontánea. Eso que a uno le sale esa noche, de manera natural, es irrepetible. No soy la clase de artista que puede repetir el mismo show noche a noche, para mí sería un aburrimiento.Exilio en MéxicoArgentina se vio convulsionada a mediados de los ’70 con una dictadura militar cuya crudeza no fue mitigada ni siquiera con el título mundial alcanzado como local por el seleccionado nacional de fútbol.Litto Nebbia fue uno de los afectados de cerca por ese golpe de Estado que se mantendría hasta 1983. De hecho, acuciado por las autoridades, debió radicarse en Norteamérica a poco de finalizado el Mundial.“Caí en México. Buscaba un lugar para seguir haciendo lo mío, canciones en castellano. Otra opción que manejaba era España. Me bajé en México como podría haber bajado en otro país, como El Salvador. Empecé muy de a poco, en México no sólo no conocían nada de mí, tampoco de la música argentina. No era como actualmente, que existe el rock mexicano, o que les llega el argentino. Cuando arranqué, tocaba en la facultad como un número cultural, venían adolescentes y me preguntaban cómo se me había ocurrido tocar algo así. Les respondía que en Argentina había muchos artistas que hacían rock, como ellos tenían el bolero”.-¿Por qué fue censurada su música en Argentina?-Estaba tan loca esa gente, que perseguía a cualquier persona. En mis letras no había ninguna identificación política, pero yo era de exponerme, y hablaba de mis sentimientos y de mi libertad. Por eso ya me veían como a un subversivo, un comunista o guerrillero. Y yo no tenía nada que ver con eso. Te ponían en una lista, sin que vos sepas quién lo había hecho. Cuando llegabas a un lugar a tocar, no sabías si estabas en esa lista de prohibidos. Una vez, iba a presentarme en Canal 7 y cuando llegué me dijeron: “No podés tocar, llegó una lista en la que figurás como persona no grata”. A los dos días, tenía que ir a una nota en Canal 9, donde no había llegado esa lista pero sí el dato de que me habían levantado del 7, y tampoco pude estar. Llega un momento en que no pasan tu música por la radio, no podés tocar ni acá ni allá, y desaparecés del ambiente, no sabés qué hacer.-¿Se fue a México por ello o por miedo a ser secuestrado?-Y…la pasé fea. Día por medio me llevaban preso; recibía amenazas por teléfono, le decían a mi mamá que me iban a matar, cosas así. Gracias a Dios no viví en carne propia lo que les tocó a otras personas, como secuestros y torturas. Recuerdo que saqué el pasaje a México el día que cumplí 30 años, el 21 de julio de 1978, poco después de que terminó el Mundial. Para comprar el pasaje, vendí unos teclados y guitarras que me habían quedado. Habré viajado con 100 dólares.&nbsp;-Hasta que logró afianzarse.-Claro. Estuve tres años, en un momento comencé a trabajar bien, los mexicanos me ayudaron mucho, son de una solidaridad muy grande, me hacen acordar mucho a la gente del interior argentino. Me podría haber quedado y progresado económicamente, pero decidí volver porque Argentina es el lugar que llevo en mi corazón. Regresé cuando la dictadura estaba por finalizar y sabía que era más seguro vivir acá, independientemente de la “persecuta” que te queda en la cabeza por la situación vivida..

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