Para Rodrigo Fresán, “el verdadero argentino es el que desarrolla su mirada a larga distancia”
Nació en Bueno Aires pero en 1999 se trasladó a Barcelona (España), donde reside. Publicó las novelas Mantra, Jardines de Kensington y El fondo del cielo. Su estilo personalísimo ha evolucionado hacia un registro hipnótico y digresivo y a menudo cargado de referencias de cultura pop.

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Accedé a las últimas noticias desde tu emailRadicado en Barcelona desde 1999, el escritor Rodrigo Fresán siente que su relación con la Argentina ha sido enriquecida por la distancia, a la vez que reivindica “la alegría de ser argentino” a contramano de las tradiciones que asocian al país con “lo melancólico, lo trágico y lo tanguero”.
“Sé que ocupo un lugar raro en la literatura argentina pero a mí me gusta eso de no ser de ninguna parte, como un extraterrestre. Es algo que he conseguido tal vez de una manera no planificada pero que me gusta. Y de hecho los escritores que admiro tienen una posición parecida: Nabokov, por ejemplo, que es una mezcla quede ruso, norteamericano, suizo”, destaca Fresán en entrevista con Télam.
Hay algunas referencias en “La parte soñada” a la idea del escritor como influencer, una categoría que lo coloca en un lugar más condescendiente con el lector. Al ser consultado sobre cómo vive esa transición entre el intelectual crítico que señalaba el malestar o las contradicciones sociales y esta veta actual más narcisista y complaciente, dijo que “tengo conciencia de que hubo una época, a mediados del siglo pasado, donde los escritores tenían una función social importante: eran figuras a considerar. Ahora ya no cumplen esa función, aunque de todas maneras no me interesa ese rol para el escritor. Personalmente, no me gustaría convertirme en alguien que opina todo el tiempo sobre lo que sucede. Creo más bien que tener una función social es proponerle historias alternativas a la gente para que pueda vivir cosas que de otro modo no viviría”.
Aseveró que “la idea de que los escritores están para arreglar los problemas de la humanidad me parece un poco infantil. Cuando los escritores deciden politizarse empiezan a escribir peor. El supuesto compromiso social de la literatura no existe porque la literatura como oficio es básicamente burguesa, solipcista y tiene una dosis importante de narcisismo”.
En la novela cita a Borges cuando sostiene algo así como “puesto que tenemos que resignarnos a la fatalidad de ser argentinos, alegrémonos de que nuestro tema sea el universo”. Télam lo consultó si cree que la distancia ha enriquecido su literatura porque le permite salir como de cierto microclima, sostuvo que “Cortázar al respecto decía algo que me interesa mucho: ‘Ser argentino es estar lejos’. Creo que el verdadero argentino no es el que está en Argentina sino el que desarrolla su mirada a larga distancia. A diferencia del reflejo automático que se hace de lo argentino ligado a lo melancólico, lo trágico y lo tanguero, para mí hay especie de alegría en la idea de ser argentino, que es la alegría de Cortázar, de Piglia y de Borges cuando escribían. Toda gente que te das cuenta de que era feliz escribiendo, a diferencia de lo que ocurría con Sábato. Otro escritor que admiro mucho es Manuel Puig, que escribió un libro en inglés, otro en portugués. Y entonces, ¿es argentino o qué es? Me causa gracia cuando dicen que soy un escritor pop como si fuera una novedad. Puig fue escritor pop muchos años antes que yo con el cine, la música y las comedias musicales. Me gusta eso de que aceptarte como argentino equivalga a poder hacer cualquier cosa en el plano literario. (Télam).