Llegaron hasta este Oído comentarios, trascendidos, impresiones, de lo que se respira por estas horas, alrededor de las dependencias que cobijan a los colaboradores de la gestión y, en especial, la del despacho del jefe comunal, culminando su licencia forzada por cuestiones personales.

En medio de la inestabilidad política tras el aún indigerible resultado adverso en las urnas del 7 de septiembre, las especulaciones y miradas desconfiadas, temerosas o enojadas por lo que puede ocurrir en la presentada como oxigenación de la gestión, mezclado esto al pesar por el delicado momento personal que atraviesa el propio Intendente por razones familiares, todo conlleva a un ambiente tan denso como sensible, con ánimos apesadumbrados que obligan a transitar tal vez los tiempos más infelices que supo atravesar en más de dos décadas al frente a la administración comunal.

No es para menos, casi el 70 por ciento de los que componen el equipo de gobierno no conocían de derrotas electorales, mucho menos esos ánimos que hoy se respiran por los pasillos de las entrañas del palacio, cuyos más veteranos procuran timonear al aguardo de un recambio de figuras en la misma tropa que permita nuevos bríos que dejen respirar no solo para arribar con fortaleza al 2027,  sino también con musculatura política electoral, ya sin el propio Lunghi como candidato, pero sí su proyecto de ciudad, su manera de gobernar.