Opinión
Fascismo 2.0
En este último año, hemos sido testigos de un notable aumento en la polarización y radicalización de las narrativas políticas y sociales. Milei irrumpe en la cosmología partidaria como un agujero negro que devora todo, con una fuerza gravitatoria tal que logra que peronistas, radicales, desarrollistas, nacionalistas, cristianos y republicanos del PRO, entre otros, se alineen bajo su órbita.
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La nueva derecha supo reconfigurarse, como decía Borges en su célebre poema “Los Conjurados”, ya que “han tomado la extraña resolución de ser razonables. Han resuelto olvidar sus diferencias y acentuar sus afinidades”, unidos por un objetivo más profundo que la política doméstica y por momentos casi estudiantil, en la que está encerrada toda la oposición.
De la grieta entre Cristina y Axel, y la sangría del PRO a la diálisis identitaria a la que están sometiendo a la UCR, no hay un solo espacio que no esté en crisis. En cambio, Milei gobierna de afuera hacia adentro y apunta hacia lo que él entiende que es, en definitiva, la medusa madre de donde surgen las diferentes formas ofidias de oposición: el globalismo que impulsa la agenda 2030.
Esto se reafirmó en un nuevo discurso del presidente en Davos, donde arremetió de forma contundente contra esta agenda global, un fenómeno acentuado por diversas manifestaciones, desde el ascenso de los movimientos “woke” hasta la exacerbación de la defensa de las minorías, una dialéctica marxista que fogonéa los conflictos sociales entre hombres y mujeres, blancos y negros, gordos y flacos, el hombre y la naturaleza, nativos y extranjeros, etcétera.
Paradójicamente, fue el mismo Milei quien tuvo que entregarle a la oposición el tan ansiado talismán de la unidad: el antifascismo. Bajo este amplio paraguas narrativo, una gran parte del marco opositor, que hasta hoy se encontraba fragmentado, perdido y sin norte, finalmente encontró su razón de ser y organiza una marcha que promete ser multitudinaria.
Dos posiciones extremas configuran su identidad en oposición al enemigo, como dos espejos enfrentados que por momentos proyectan la nada infinita. Ambos sectores se erigen como los representantes del bien absoluto, dando una lucha casi teológica entre un conservadurismo extremo y, como contraparte, un progresismo desenfrenado que, como diría Paul Graham, tiene una obsesión agresivamente exhibicionista por la justicia social. Opus Dei y Opus Gay se enfrentan en una batalla que solo es performática y discursiva, ya que, en las calles, no existen los fantasmas que ambas partes intentan proyectar.
Benedict Anderson tiene un interesante libro al respecto, donde desarrolla un concepto que puede servir para entender mejor la actualidad política. Ante el derrumbe de los partidos tradicionales como aglutinantes de voluntades, se intentan generar estas “comunidades imaginarias” que pueden contener a peronistas, radicales, marxistas y hasta sectores del PRO, detrás de un objetivo común: el antifascismo.
Esta maquiavélica lógica tiene su victoria más resonante en la alianza entre Estados Unidos y la Unión Soviética para combatir el nazismo. Es por esa razón que, a pesar de que Milei ha fomentado estrechos lazos con Israel, se le acusa de nazi. Harari dice que los seres humanos, mayormente, no peleamos por recursos naturales o por impulsos de supervivencia, sino por “ficciones”: ideologías, religión, honor, venganza, creencias, etcétera. En definitiva, esta es una guerra performática que no existe materialmente en la calle.
El único caso sobresaliente de discriminación lo sufrió Traniela Campolieto, la piloto de Aerolíneas y militante de la UCR, quien fue severamente agraviada, no por los que se suponen homofóbicos y fascistas, sino por su propia comunidad, por manifestarse en contra de la marcha y afirmar que se trata de "una agenda lobbista", sugiriendo que "seguramente es una distracción de temas más importantes".
Traniela denunció haber sido discriminada dentro del propio colectivo LGTBIQ+ por no compartir su línea de pensamiento: "Me amenazan y me insultan por no ir. ¿Qué es la marcha? Una agenda lobbista. Hay mucha gente que también es del colectivo y que no va", afirmó, dejando en evidencia que los derechos de las minorías están garantizados en tanto se adhieran al pensamiento único de la izquierda.
Ambas polaridades prometen llevar la política hacia los extremos, dejando muy poco margen para los grises. Esto conlleva menos diálogo, más imposición y obstaculización en el caso de la oposición. Seguramente habrá una fuga masiva de la ancha avenida del medio a cada uno de los extremos y también una vuelta más de rosca hacia la radicalización de las ideas, la obsecuencia y la concentración de poder.
“No eres ni frío ni caliente. ¡Sería bueno que fueras lo uno o lo otro! Como eres tibio, no frío ni caliente, te voy a escupir de mi boca”.
Apocalipsis 3:16