La huella de carbono es un desafío global y una oportunidad estratégica para Argentina
En el marco del Simposio Fertilidad, organizado por Fertilizar Asociación Civil, el especialista Rodolfo Bongiovanni de la Estación Experimental Inta Manfredi abordó un tema de creciente relevancia global: la Huella de Carbono y su impacto en el sector agropecuario.

El concepto está impulsado por la preocupación de los consumidores y la sociedad ante el calentamiento global, y se ha convertido en un indicador clave y una variable más a considerar en la producción, por lo que fue eje de un nuevo podcast de El Eco Campo.
Recibí las noticias en tu email
Accedé a las últimas noticias desde tu email
La "huella de carbono" es definida por el especialista como "el conjunto de gases de efecto invernadero que se emiten a la atmósfera". Aunque su nombre remite al dióxido de carbono (CO2), la medición incluye otros gases importantes como el metano (CH4), el óxido nitroso (N2O) y algunos clorofluorocarbonados.
Estos gases actúan de manera que la energía solar que ingresa a la atmósfera y rebota en la Tierra, en lugar de escapar de vuelta al espacio, "queda rebotada, queda retenida en esa capa de gases de efecto invernadero". Esto provoca un aumento de temperatura en la superficie terrestre, lo que se conoce como calentamiento global, generador del cambio climático y cuyos efectos ya se están sintiendo.
Frente a esta problemática que afecta a toda la humanidad, existen dos caminos principales: "o medimos para tratar de mitigar o nos adaptamos".
Mitigar, explica Bongiovanni, significa "reducir" las emisiones y buscar soluciones basadas en la naturaleza. Esto incluye prácticas como la forestación, la siembra directa y las pasturas perennes, que favorecen el secuestro de carbono tanto en el suelo como sobre él. El objetivo de estas prácticas es "permita capturar y permita en vez de calentar el planeta, permita enfriar el planeta".
La adaptación, por otro lado, implicaría prepararse para un futuro con un planeta mucho más caliente, donde algunas zonas podrían volverse improductivas. Sin embargo, el mensaje esperanzador es que "estamos a tiempo" para ocuparnos de la situación.
“Ocuparse”
La acción de "ocuparse" de la huella de carbono representa, en palabras de Bongiovanni, una "oportunidad que tenemos para aprovechar nosotros como profesionales de la producción de hacer la producción de forma más sostenible".
Esto implica, fundamentalmente, identificar los "principales puntos críticos de emisión" dentro del proceso productivo. Por ejemplo, se sabe que un exceso de fertilizantes en la producción de cereales puede generar una alta huella ambiental. Esto abre la puerta a la exploración de soluciones como los fertilizantes de liberación retardada, con inhibidores de nitrificación, o los bioestimulantes basados en productos naturales, herramientas que actualmente se están estudiando y analizando. Este enfoque hacia una producción más sostenible está intrínsecamente ligado al conocimiento y a la innovación.
Un punto clave es que al producir "de forma más eficiente desde lo ambiental, también me voy a producir de forma más eficiente desde lo económico".
Lejos de ser una barrera o un mero requerimiento, la huella de carbono debe verse como una "oportunidad". Identificar si se está invirtiendo en exceso o en déficit (por ejemplo, en la fertilización) permite replantear estrategias. El objetivo es encontrar un "punto óptimo" que no solo maximice la producción física y el retorno económico, sino que también optimice el impacto ambiental o la huella de carbono.
Demandas globales
La huella de carbono es una "problemática mundial", no un asunto local de Argentina. Los clientes en el mercado global están demandando productos con atributos ambientales.
Un ejemplo claro es la creciente exigencia de carne "libre de deforestación pensando en la huella de carbono". Esto demuestra que "el mundo está mirando seriamente el calentamiento global y el impacto que tiene la huella de carbono".
Estas demandas se traducen en requisitos concretos, como los establecidos por la Unión Europea, que a partir del 1 de enero de 2026, no permitirá la importación de productos como soja y carne provenientes de áreas deforestadas después del 1 de enero de 2021. Aunque esto está relacionado con la huella de carbono, no es exactamente lo mismo.
Posición
Ante esta realidad, Argentina se encuentra "muy bien posicionada con respecto a los sistemas de trazabilidad". Existe una gran cantidad de información y control provistos por organismos como el Senasa y las secretarías ministeriales.
Además, el sector privado ha desarrollado herramientas como el sistema Visec a través de las bolsas de comercio, una plataforma de seguimiento y trazabilidad que permite demostrar el origen de los productos. Si bien existen discusiones sobre definiciones técnicas, como la altura mínima para considerar un área como bosque (con diferencias entre Europa y Argentina), Europa tiende a aceptar la legislación local si existe un sistema de trazabilidad sólido. El sistema argentino de trazabilidad es considerado "muy bueno, inclusive con respecto a Latinoamérica". Existen tanto plataformas públicas como consultoras privadas que pueden asistir a productores y frigoríficos exportadores para cumplir con estos requisitos.
Incentivos del mercado
Actualmente, el Estado argentino "no tiene incentivos para este tipo de de de, por decirlo así, de demandas del mercado". Dado que son mercados voluntarios o requerimientos de nichos específicos como la Unión Europea, estas exigencias se manejan como "arreglos entre particulares".
Las empresas exportadoras argentinas, pertenecientes a las cadenas agroindustriales, buscan principalmente "mantener clientes" más que obtener una cobertura directa de los costos asociados a estas adaptaciones. Se puede comparar esta evolución con la incorporación de cinturones de seguridad o airbags en los automóviles, que inicialmente fueron novedades y luego se convirtieron en requisitos estándar.
La huella de carbono y otros atributos ambientales se suman hoy como una "característica de calidad ambiental" de los productos de exportación. Aunque en algunos casos puede haber diferencias de precio, en la mayoría de las situaciones, estos atributos son simplemente parte de la calidad del producto y son clave para "colocar productos en mercados nichos o bien mantener clientes, digamos, una cartera de clientes".
Compete a todos
La emisión de gases de efecto invernadero que genera la huella de carbono es un efecto "global" que "nos afecta a todos", sin importar si estamos en Groenlandia o en Argentina. Y "lo emitimos todos", aunque de forma diferencial.
En Argentina, la emisión per cápita es de "ocho toneladas de dióxido de carbono por persona" al año, según el último informe NDC. Esta emisión no se debe simplemente a exhalar, sino principalmente a nuestro consumo: energía, combustible, uso de vehículos, servicios y alimentos.
El concepto de huella de carbono puede analizarse a diferentes escalas.
La huella global asciende a 50 gigatoneladas. A nivel país, Argentina emite 176 millones de toneladas de dióxido de carbono equivalente, de las cuales el "45 por ciento provienen del agro". Si bien el sector agropecuario es fundamental para Argentina, representando el 15 por ciento del PIB y dos tercios de las exportaciones, y su contribución a las emisiones es mayor que en otros países, "quien más emite en tanto nuestro país como en el mundo es la energía", impulsada por el consumo de energía.
La principal causa global de las emisiones (responsable del 73 por ciento) son "los combustibles fósiles, de origen fósil". Estos combustibles representan un stock de carbono almacenado en el subsuelo que, al ser extraído y quemado, se libera a la atmósfera.
De ahí la importancia del movimiento global hacia el desplazamiento de los combustibles fósiles en favor de fuentes renovables como la energía solar o eólica. Esta transición no solo reduce emisiones, sino que genera lo que se conoce como "bonos de carbono por huella desplazada", ya que se deja de emitir de una forma menos sostenible para producir energía de una manera más amigable con el ambiente.
Rodolfo Bongiovanni, especialista de la Estación Experimental Inta Manfredi.