Para Malamud, las elecciones fueron el referéndum que validó el “proyecto presidencial”
Habló del voto por estabilidad y del rol de la UCR. Se enfocó en la situación en Tandil y analizó los resultados.
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El politólogo Andrés Malamud analizó las elecciones legislativas del pasado 26 de octubre, a las que definió como un “referéndum” en el que el Gobierno validó su proyecto presidencial. Según su interpretación, los votantes priorizaron la estabilidad frente a la incertidumbre y optaron por “no volver atrás”, incluso en un contexto de insatisfacción económica.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEn ese sentido, en diálogo con el ciclo “Tandil Despierta” (EcoTV y 104.1 Tandil FM), planteó que el electorado optó por “la certidumbre de saber qué día se le acaba el sueldo por sobre la incertidumbre de no saber cuánto vale”, en una decisión que reflejó la búsqueda de previsibilidad y confianza en el rumbo económico.
El analista también se refirió al papel actual de la Unión Cívica Radical, al desempeño del oficialismo y del peronismo, y a las particularidades del resultado electoral en Tandil, donde consideró que un hecho de inseguridad previo a los comicios podría haber incidido en el resultado.
Referéndum al cambio económico
En primer término, Malamud sostuvo que las elecciones intermedias fueron planteadas por el Gobierno “como un referéndum”, convirtiéndose en un “test de validación del proyecto presidencial”. Desde su perspectiva, no solo apuntaba a la “estabilidad presidencial”, que resulta igualmente “fundamental”, sino a evitar un retorno al pasado, una idea que, según el politólogo, resonó en los votantes tras años de estancamiento económico. “No volver a los 15 años en lo que Argentina perdió 15 puntos porcentuales de PBI (Producto Bruto Interno) per cápita”, explicó.
A más datos, expuso que, de 2011 a 2025, “tenemos el mismo PBI, pero somos más”, entonces “lo distribuimos entre más”. Se trata, en definitiva, de un “mecanismo estadístico que muestra que nos volvimos más pobres”.
Así, a pesar de la “insatisfacción con la situación económica actual”, el especialista observó un voto generalizado en favor del “cambio económico”.
Explicó que, para analizar el voto en elecciones intermedias, la forma más clara es “preguntar al votante”. Sin embargo, los estudios directos pueden ser “sospechosos” debido a la posible manipulación de las respuestas porque “la gente responde lo que quiere y no necesariamente lo que hizo”. Por ello, es más fiable observar cómo votaron los sectores geográficos, que agrupan clases sociales y revelan tendencias claras y patrones de comportamiento.
Respecto al desempeño del partido del Presidente, Malamud indicó que su voto “perdió algo de transversalidad” en comparación con 2023. “No lo votan tanto en sectores donde antes votaban al peronismo”, planteó y observó que “se gorilizó el voto: votan más antiperonismo que transversalidad”.
No obstante, consolidó un 40 por ciento del electorado, lo que consideró una elección “relativamente normal” para unos comicios intermedios.
El peronismo, en tanto, “también hizo una buena elección”. En ese caso, lo más notorio, según su análisis, fue la “disipación del centro: No quedaron alternativas por fuera de este referéndum que planteó el Gobierno”.
Entonces, los ciudadanos, entre las dos opciones principales, “eligió seguir con esto”, cada uno “tendrá su propia interpretación de ‘esto', pero la decisión fue no volver para atrás”.
Certidumbre ante la incertidumbre
Consultado sobre los motivos por los cuales el voto por el oficialismo llegó a otros sectores donde la situación económica impacta de otro modo, Malamud enfatizó que “la gente eligió la certidumbre de saber qué día se le acaba el sueldo por sobre la incertidumbre de no saber cuánto vale su sueldo”.
La población, afirmó, prefirió “la estabilidad a la inflación”, aun cuando esa estabilidad “no sea próspera porque tiene confianza que va a mejorar” la situación económica a futuro.
Desde su perspectiva, este fenómeno se relaciona con el apoyo de Estados Unidos, que “hace unos años hubiera significado una ofensa simbólica para la soberanía nacional y hoy es percibido por buena parte de la población con esperanza, que si Estados Unidos nos apoya, tenemos la prosperidad facilitada”, señaló, atribuyendo este cambio a una cuestión generacional.
Para las nuevas generaciones, “Estados Unidos no es un enemigo, sino una aspiración”, un modelo a seguir, una perspectiva diferente a la de generaciones anteriores. “Los viejos políticos no detectaron” este cambio de paradigma e hicieron “campaña contra el colonialismo, mientras los jóvenes veían la oportunidad por fin de vivir mejor”, comparó para luego referirse a una generación de argentinos que “nunca vivió mejor y cuya memoria registrada comienza en 2011, cuando todo parecía ir bien con el 54 por ciento de Cristina” Fernández de Kirchner y enfrentar después “desilusiones y barranca abajo”.
La UCR y el “éxito” que le impidió responder a nuevas demandas
Sobre el rol que desempeñó la Unión Cívica Radical (UCR) en el momento de definir el voto, Malamud consideró que “no parece haber influido” en el resultado general porque “el voto histórico, geográfico y social del radicalismo se trasladó al Gobierno”, circunstancia que observó en “todas las provincias y distritos” donde tradicionalmente tenía fuerza: “Los dirigentes radicales siguen levantando las banderas ideológicas de los ‘80, cosa que está muy bien, pero la base sociológica del radicalismo se transfirió a la oferta no peronista”.
A modo de ejemplo, dijo que “los violeta ganaron en San Isidro, Mendoza, en Capital y Córdoba”, distritos donde históricamente triunfaron figuras como Raúl Alfonsín, Fernando de la Rúa e incluso Mauricio Macri en 2015. “La sociología política argentina se mantiene constante” a lo largo del tiempo, definió y agregó que “el peronismo gana en las grandes concentraciones suburbanas y en las provincias periféricas”, mientras que el “no peronismo” lo hace en los “centros urbanos y en la zona núcleo del país”.
El no peronismo, dijo, “cambia de piel, puede ser alfonsinismo o mileísmo, aunque esto parezca una herejía, pero son siempre los mismos sectores sociales. La ideología no determina el voto en Argentina, la sociología lo determina”.
Al referirse a la postura del intendente Miguel Lunghi, que insiste en que el radicalismo debe ir solo para recuperarse, Malamud lo calificó como “una excepción dentro del panorama radical del país”.
A más datos, consideró que Lunghi “es un gran gobernante, revalidado desde hace 20 años en elecciones”, por lo que “puede tener esa percepción, y es legítima en su caso porque a él le fue bien así”.
Sin embargo, “en el resto del país, el radicalismo ya no funciona de esa manera” y mencionó que en el Conurbano bonaerense, que concentra el 70 por ciento de los votos de la provincia de Buenos Aires, en la Alianza obtuvo el cuatro por ciento.
“Ya no hay radicalismo en la sociedad”, afirmó. Sin embargo, la razón de esta situación, según Malamud, no es el fracaso, sino “el éxito del partido. El radicalismo tenía una gran bandera, la democracia, hoy rige en Argentina”, y “la gente pide otra cosa y esas otras cosas que pide el radicalismo no le consiguió dar”, fundamentalmente estabilidad económica y solución a los problemas de inseguridad.
El analista político reconoció que “hay radicales que sí levantan estas banderas”, como el gobernador de Santa Fe, Maximiliano Pullaro, que es “el primer nombre de la seguridad” en el país junto con Patricia Bullrich. Pero la estabilidad económica, la principal demanda actual, “no fue ofrecida por el radicalismo” como una propuesta convincente.
“Mientras desinflación y seguridad” sean las demandas y el radicalismo “siga proponiendo democracia, va a haber una distorsión, una desconexión, entre la oferta del partido y la demanda de la gente”.
La seguridad en la elección tandilense
Sobre lo ocurrido en Tandil en las últimas elecciones y la eventual sucesión tras 24 años del intendente Miguel Lunghi, Malamud evitó dar consejos específicos. No obstante, sugirió que en cualquier proceso político es fundamental “medir la demanda social, no ofrecer desde arriba, no hacer en una mesa de arena el diseño de lo que uno querría que fuera”.
Entonces, apuntó a la importancia del “proceso de escucha” para saber qué ofrecer a los ciudadanos, combinando ideas propias con “muchas ideas ajenas” y recomendó: “Escuchen a la gente, no piensen que saben lo que quiere”.
Respecto al resultado local, compartió un análisis que atribuyó parte de la derrota a un “serio problema de seguridad en Tandil unos días antes de las elecciones”.
El especialista aclaró que esta responsabilidad “no es de la intendencia, sino de la Provincia”, pero “la gente le adjudica la responsabilidad a aquel que tiene más a mano”, es decir, al Gobierno comunal. “Más allá de una evaluación que se hizo de la gestión municipal, hubo en el voto un elemento relacionado con la coyuntura, que el Municipio no maneja y por la cual pagó consecuencias”, alertó.
Si bien reconoció que “hay siempre multicausalidad” de cualquier proceso electoral, el politólogo no dudó que hubo un “gatillo externo y muy próximo a las elecciones”.
En Tandil, describió que “no hubo utilización del Municipio”, pero sí “demasiada proximidad y posiblemente un vuelco de percepciones, un cambio de clima”, que, sumado a “un desgaste natural”, pudo derivar en un “resultado inesperado”.
El peronismo, “anclado y rígido”
Sobre el final de la entrevista con El Eco Multimedios, el especialista direccionó su análisis al desempeño del peronismo, particularmente la situación en la provincia de Buenos Aires y sobre la interna entre Cristina Fernández de Kirchner y Axel Kicillof fue contundente al indicar que “son lo mismo”.
Según el politólogo, el principal problema del peronismo es que “se tornó rígido”, a diferencia de su pasado “flexible” y que “se adaptaba a los tiempos, manteniendo dos elementos: la sensibilidad popular y la vocación de poder”.
“Los Kirchner, sobre todo Cristina, anclaron al peronismo en un territorio, que es el Conurbano, y en una ideología, que es la izquierda”, explicó. Desde esa base territorial e ideológica “no pueden apelar a la voluntad mayoritaria del pueblo”.
Desde su perspectiva, la alternativa será “salir del Conurbano y de la izquierda”, y aceptar que son “malos momentos para vivir condenados a un pedazo del territorio y del espectro ideológico, cuando la gente está pidiendo más”.
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