La belleza de lo simple: la marca de René Lavand en Tandil, la ciudad que amaba y de la que nunca se quiso ir
El ilusionista René Lavand se mudó a Tandil a los 14 años y nunca más se fue, pese a que recorrió el mundo con su arte. Sus casas, su escuela, el Banco Nación y los cafés formaron parte del recorrido vital por la ciudad que lo abrazó y en la que dejó huellas indelebles.

“Este juego encarna toda una filosofía: me acompañan tres migas y todavía siguen creciendo. Es la filosofía de lo simple, la belleza de lo simple no de la simpleza, eso es otra cosa, hay una diferencia abismal entre lo simple y la simpleza. Son tres migas y un pocillo, eso es todo. Les pido que miren este juego con los ojos del alma, van a gozar más y mejor de la ilusión”.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailDe este modo, René Lavand empezaba a jugar sobre un rectángulo de felpa verde a esconder o tirar hacia afuera una de las migas, que sin embargo volvía siempre a aparecer en el interior de la taza blanca.
“Siempre somos tres contando a mi sombra y a mi amiga la luna, cuando canto la luna me escucha, cuando bailo mi sombra también baila. Terminada la fiesta los invitados deben partir, yo desconozco esa tristeza cuando marcho hacia mi casa, siempre somos tres: me acompaña la luna y me sigue mi sombra”, remataba el ilusionista.