Su pasión por la naturaleza: un vergel de árboles, jardines acuáticos, aves y un vagón icónico
Su espíritu estratega trascendía a las cartas y quedaba en evidencia también en el jardín. Pasaba mucho tiempo regando sus plantas, planificando nuevos diseños, admirando las aves y cuidando de todo ello. Antes de obtener el vagón ya sabía que el árbol en crecimiento le daría su sombra en las siestas. Allí diseñó un circuito para caminar y sanar su artrosis.

“Con el aroma de los jazmines, el blanco de la pata de vaca, el rosa de las azucenas y el dorado del fresno, renace Milagro Verde”. Lo que más le gustaba de los viajes a René Lavand, era volver a su casa. Volver allí, a su “Milagro Verde”. Reencontrarse con su familia, con su boscoso entorno natural, lleno de árboles, plantas y aves.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailEntonces arribaba y recorría el jardín, con los mismos ojos poéticos que magnetizaban a sus espectadores en cualquier parte del mundo.
Observaba el bosque embelesado, como si fuera la primera vez, como si eso lo pusiera frente a frente con él mismo. Lo hacía con esa gratitud y serenidad que da llegar al hogar y encontrar todo como esperaba. Es que ya todos sabían que el mantenimiento del pasto y los alrededores era esencial.