Fuente: archivo El Eco.

Autor: Juan R. Castelnuovo (1935-2022).

En 1903-precisamente el 28 de octubre el Gobierno comunal de Federico Demarchi otorgó la concesión del alumbrado eléctrico público y particular a la Firma Dillón y Cía.. Después, la concesión fue transferida a favor de la Compañía Anglo Argentina de Electricidad. Y al cumplirse los primeros diez años, de los quince que establecía el contrato en -1913- el Departamento Ejecutivo -a la sazón a cargo del comisionado Antonio Santamarina- gestionó ante la empresa prestadora del servicio la ampliación del alumbrado, la reducción de las tarifas y concesiones importantes, que redundaron en beneficio del público y del erario comunal.

Sometido el contrato ad-referéndum a consideración del Concejo Deliberante, el mismo fue aprobado y sancionado en la sesión del 6 de marzo de 1914. Y el 27 de ese mes, fue subscripto por el Intendente, su secretario Vicente Bergalli y por el Sr. Cristóbal Cano, en representación de la Compañía, firmando como testigos, además, los vecinos doctores Ricardo López y Alfonso Esquerdo.

Según ese acuerdo, el servicio de alumbrado público -que a la sazón se prestaba con 143 lámparas de arco de 10 amperes cada una- tenía un costo de $ 0.07 centavos m/n el metro lineal correspondiente a las propiedades ocupadas por familias y $0.08 centavos m/n, las ocupadas por negocios.

El mismo, cuya vigencia se prolongó entonces por el término de diez años, establecía la obligación de la empresa de aumentar hasta 400 wats la potencia de las luminarias de arco a emplearse en el alumbrado público, tanto en esa época como en las ampliaciones futuras y admitía la posibilidad de que en cualquier tiempo podía la Municipalidad controlar el consumo de las lámparas, con una tolerancia de un cinco por ciento.

La Compañía Anglo Argentina de Electricidad se obligaba a sí misma a ampliar el horario del servicio público, haciéndolo desde la puesta del sol hasta el amanecer, en todas las noches del año.

No obstante el aumento de la potencia de los focos y la ampliación de las horas de servicio, la empresa, rebajó por aquella época el precio mensual, fijando 28 pesos mensuales por foco.

La Municipalidad hacía los pagos correspondientes al alumbrado público, por mes vencido, dentro de los 15 días siguientes. Y en caso que no dispusiera del efectivo para cancelar su deuda -según rezaba el contrato- debía entregar a la Compañía los recibos para la cobranza respectiva. Y sino alcanzaba a cubrir la cantidad adeudada, podía la empresa hacer uso de los derechos que le daban las leyes. Si los recibos del impuesto entregado cubrían la deuda, debía la Municipalidad hacer efectivo o acreditar a la Compañía el 10% del valor total de los recibos, para sufragar los gastos de cobranza.

Si esto no se cumplía, la prestataria quedaba facultada para suspender el servicio de alumbrado público y, también, el que prestaba a reparticiones municipales.

La Municipalidad se obligaba, por su parte, a aumentar hasta 120 el número de lámparas de arco instaladas para alumbrado en las calles.

El mismo contrato establecía en 6 metros hasta la perilla inferior de las lámparas la altura a la que debían estar suspendidas las luminarias, a partir del nivel de la calzada, cualquiera fuera su ubicación. Y que la Anglo Argentina debía pagar a la Intendencia una multa de 50 pesos, más el descuento por el servicio no hecho, cada noche en que, salvo casos de fuerza mayor que no se pudieran imputar a descuido o negligencia por parte de la Compañía hubiera falta total de luz pública.

Asimismo, la empresa debía abonar a la Municipalidad, por cada lámpara que permaneciera apagada más de una hora, una multa de dos pesos por noche.

La prestataria se obligaba, además, a suministrar gratuitamente la energía eléctrica necesaria para 500 lámparas de efecto -5 bujías- utilizadas en la iluminación de la Municipalidad, Pirámide e Iglesia, durante las noches del 25 de Mayo, 4 de Abril y 9 de Julio de cada año.

La Compañía se obligaba, asimismo, a cambiar el sistema actual de suspensión de lámparas de arco existentes, a veintidós de ellas, reemplazándolas por otras tantas columnas del tipo Mannesmann, de siete metros de altura, desde el suelo hasta el foco, con base de piedra.

La prestataria, además, debía instalar 10 lámparas de arco iguales a las existentes, en medias cuadras de la calle 9 de Julio o en el sitio que indicara la Intendencia, siempre que no fuera a mayor distancia de 130 mts. una de otras. Y cinco columnas con igual número de lámparas de arco iguales a las existentes, en la plaza Martín Rodríguez.

El compromiso de la empresa en lo que atañe a gratuidad del servicio, se extendía al Hospital Ramón Santamarina -hasta un consumo de 3 kilowats diarios- y al Asilo de Huérfanos, con un límite de 1.5 kwts.

Continúa.

NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.

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