Por Juan Roque Castelnuovo.&nbsp;No tenían las primitivas farmacias -como ya hemos señalado- "de todo como en botica"; pero, no les faltaba nada de lo necesario para atender la salud y... algo más.Era una época en la que la farmacología estaba en pañales. A tal punto que se vendían elixires que curaban más de veinte enfermedades. Y médicos y farmacéuticos manejaban una expresión muy común: "reconstituyentes de la sangre". Que eran muy utilizados en la sociedad de antaño. Es que la fe mueve montañas, porque la mente como dicen las teorías orientales- puede gobernar al físico.Entre estos "curalotodos", figuraba la Iperbiotina Malesci. Se presentaba como "el vigorizante natural más poderoso que existe". Estaba compuesto, según se anunciaba, por "el principio activo del jugo orgánico de animales sanos y vigorosos, de completa asimilación en el organismo humano”.Curaba radicalmente -se decía- la neurastenia, agotamiento nervioso, debilidad cerebral, anemia, cansancio, debilidad general y todas las demás debilidades producidas por exceso de trabajo, abusos de la juventud o constituciones débiles".Para los hombres débiles estaba también la Herculina, tónico que obraba directamente sobre el tema nervioso. Y para las "enfermedades secretas de las vías urinarias", se recomendaba como tratamiento verdaderamente eficaz y rápido, la inyección 918. "No ataca el canal urinario -decía el folleto explicativo- y nunca produce estrechez".El empleo era sencillo y personal, sin necesidad de régimen especial, ni tomar nada por la boca. Anunciaba "un resultado seguro, aun en los casos crónicos de 15 a 20 años.Para la blenorragia, gonorrea, gota militar, uretritis, cistitis, prostatitis, leucorrea (flujos blancos de las señoras), vaginitis y demás enfermedades de las vías urinarias en ambos sexos, por antiguas y rebeldes que fueran, estaban los Cachets Collazo, que combatían esas enfermedades en breves días y sin molestias.&nbsp;Además. existía, para los mismos males, la Yerba Medicinal Andina llamada "Cumbre Guaco".En la farmacia "Dinamarca" -fundada como botica en 1887- y en la farmacia "Roma", como así también en las que se habilitaron después, denominadas "Del Pueblo" (San Martín 669) y "Del León" (San Martín y Paz), se vendían, además de medicamentos, lociones y tintas especiales para embellecer y detener la caída del cabello, pomadas, cremas y polvos para hermosear el cutis y quitarle toda clase de manchas, pecas y arrugas. También, líquido para sonrosar las uñas.Había muchos más productos para la salud y la cosmética. Y el caramelo Sharp's, Super Crema Tofee, hecho de crema, manteca y azúcar. Era nutritivo y bueno para la digestión.En las farmacias podía comprarse también el jabón "Reuter", de tocador, que se presentaba como produciendo "mucha espuma etérea y perfumada". Y recomendado, sobre todo a las mujeres: "Con su uso usted se sentirá la reina de la belleza".La loción capilar Ossatan, la gomina británica brancato y artísticos objetos de tocador de marfil pyralin, también estaban a disposición de los clientes.Además, Quaker Oats, en venta también en almacenes y otros negocios del ramo. "Si usted está consagrado -decía la propaganda- a las debilitantes tareas intelectuales... ¡cuidado con su cerebro! Nútralo debidamente. Tome todos los días Quaker Oats. Es el alimento por excelencia para reparar las fuerzas mentales. Enriquece la sangre, fortifica el sistema nervioso y devuelve su energía al cerebro".Y aseguraba: "Es dos veces más alimenticio que la carne y tres veces más vitalizante que el arroz. Es, además, muy fácil de digerir."&nbsp;NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 20 años por El Eco de Tandil.