Sucesos notables en la historia de Tandil
¿Qué usaban nuestros abuelos? - Capítulo 1.
Por Juan Roque Castelnuovo.
Recibí las noticias en tu email
Todo tiempo pasado... ¿fue mejor? Seguramente que sí, para quienes les tocó vivir la época de sus años juveniles, allá lejos y hace tiempo. Tal vez no lo sea tanto, para quienes vinimos después y vivimos nuestra actualidad -preñada de modernismo- como ellos vivieron la suya, rebosante también de modernidad. Porque lo nuevo de ahora, es distinto a lo nuevo de antes, que también, en su momento, lo era.
En la época de nuestros abuelos -tomemos, como ejemplo, setenta años atrás- había también, como hoy, cosas modernas, que surgían en ese instante o que existían desde poco tiempo antes.
También, entonces, se vivían momentos de modernidad.
¿Qué era lo nuevo, lo reciente, en aquella época? ¿Qué era lo que estaba de actualidad?
El mundo había salido poco antes de la primera conflagración mundial y se esforzaba por alcanzar nuevas metas de progreso y bienestar. En nuestro país, en Tandil, nuestros antepasados brindaban su esfuerzo para alcanzar esos objetivos.
No eran tiempos de tirar "manteca al techo"; pero, no se vivía mal. Además del mate criollo con la buena yerba “Ñanduty" -en cuyas latas de medio kilo que, costaban 2 pesos, podían hallarse los bonos para lograr un mate grabado con boca de plata- se podía comprar la libra de té Richmond a $ 1,60 y el kilo de café de la misma marca -en elegantes latas- a $ 1,60.
Por $ 50 se adquiría una radio con mueble de roble lustrado -con molduras y frente tallado, con una, dos o tres lámparas, con teléfonos o altoparlantes- en las que se podían escuchar las transmisiones realizadas desde Buenos Aires.
Si se quería escuchar un poco más allá -hasta 1.500 kilómetros de distancia- se podía optar por un aparato de circuito especial, construido con material seleccionado y de alta calidad, en lujosa caja de roble lustrado y frente de ebonita grabada.
Si, además, se quería escuchar alguna grabación de Max Glücksmann -firma que a la sazón explotaba el cine Teatro Cervantes de Tandil- algún tango de Gardel-Razzano, por ejemplo ("Caminito", "Calandria", "Tu mirada", "Se fue Mateo", "Siga el corso") o alguno de Roberto Firpo ("Coca y champán", "Por qué no has venido", o el paso doble "Gitanillo"), se podía adquirir en $ 20 una magnífica máquina parlante, como era el fonógrafo "Nirona" que venía con 200 púas "Cóndor". Con el que podían darse el gusto de escuchar, también, el tango "Corrientes" o el fox trot, "La canción de los vagabundos", interpretado por Francisco Canaro. O el tango "Allá en el patio" por Osvaldo Fresedo. O "Bendita seas", o "Adiós, que te vaya bien", por Juan Maglio "Pacho". O a Ignacio Corsini en "Traiga otra caña". Y otras novedades del momento.
Y si el bolsillo admitía la posibilidad de gastar unos pesos más, podía mejorarse la radio-recepción, comprando una "radiola" con altoparlante, con la que se lograba una reproducción fidelísima de cada nota, en toda la escala musical, sin la menor distorsión y con absoluta nitidez.
La radiola reunía las cinco características fundamentales, que eran: calidad de tono, sonoridad, selectividad, alcance y simplicidad de manejo.
Costaba lo mismo -$ 70- que una cocina económica, una cama de bronce o un farol Petromax "Mitre" de 400 bujías de luz, que funcionaba a nafta o kerosene, indistintamente, y servía tanto para uso interior como para la intemperie
Un acordeón "Meschieri" de 21 teclas de 12 bajos, casteles desmontables y planchitas separadas- un buen revólver Smith Wesson o un espléndido violín con estuche, arco y pez, se podían adquirir por la mitad; es decir, 35 pesos. Importe éste con el que se podía obtener también un gramófono a bocina o una guitarra Breyer.
Para comprar una máquina de escribir Underwood, Remington, Smith Bros, Royal o Continental, había que gastar un poco más: alrededor de 90 pesos. Valor éste con el que se podían adquirir ocho camisas de pople de seda -con un cuello y tres pares de puños en uno- con corte perfecto a la americana.
(continúa)
NdlR: Esta nota fue publicada originalmente hace 25 años por El Eco de Tandil.