Alessi y Manna celebra 100 años de historia y reafirma su compromiso con la comunidad
A través de cuatro generaciones, la familia Manna cumple hoy un siglo brindando un servicio marcado por el respeto, la responsabilidad y la calidez. En su centenario, la firma expresó su gratitud a toda la comunidad de Tandil por el vínculo de confianza construido a lo largo de tantos años. El valor de mantener el legado familiar y la apuesta por ofrecer servicios de excelencia en la ciudad.
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La cochería Alessi y Manna cumple este martes 100 años de trayectoria en Tandil. Una empresa familiar que nació el 23 de septiembre de 1925 de la mano de Alfonso Enrique Manna y su cuñado, Simón Alessi y que, generación tras generación, acompañó a la comunidad en los momentos más difíciles. Hoy, bajo la conducción de los hermanos Florencia y Alberto “Beto” Manna, la firma ubicada en Mitre 453 celebra su centenario mirando hacia atrás con gratitud y hacia adelante con el desafío de sostener un legado que marcó a la ciudad.
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Accedé a las últimas noticias desde tu emailAsí, la historia se remonta un siglo atrás, cuando el bisabuelo de los actuales dueños fundó la empresa funeraria junto a su cuñado. “Siempre nos preguntan quién es Alessi. Alessi era nuestra bisabuela y mi bisabuelo se asoció con el hermano de ella. Muy poco tiempo después él se apartó de la sociedad y quedó mi bisabuelo a cargo, pero la firma siguió llevando ese apellido porque ya era una marca registrada. Además, el abuelo lo veía como el apellido de sus padres, para él la firma Alessi y Manna eran sus padres”, relató Florencia, la primera mujer de la familia en ocupar un rol en la empresa.
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El sello del abuelo Beto
El sucesor fue el abuelo, conocido por todos como Beto, una figura muy querida en la ciudad. “Él sentó las bases de la empresa y el sello que hoy en día más tiene la cochería: el respeto y la calidez en el trato. Fue quien le dio la impronta más fuerte”, recordaron sus nietos.
Su personalidad carismática y su compromiso marcaron una época. “Era muy humilde y generoso, le gustaba estar presente en todo. Este trabajo lo vivió con el cuerpo, con mucha entrega. Tenía la costumbre de, después de cenar, ir a la sala velatoria y quedarse dos o tres horas charlando con la gente. Para él era normal, y la gente lo valoraba muchísimo”, contaron con visible emoción y afecto hacia la memoria de su abuelo.
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Con el tiempo, la posta pasó a manos del hijo, también llamado Alberto y conocido como Betito. Hoy, aunque continúa vinculado, son sus hijos Beto y Florencia quienes están al frente.
Beto hijo hace 17 años que tomó las riendas del negocio en el que creció. “Me críe acá, aprendí a andar en bici en el fondo, a manejar acompañando a mi abuelo en los cortejos. La vida estaba conectada con la cochería”, recordó.
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Florencia, en tanto, se incorporó desde otro lugar. “Yo estudié Administración de Empresas y tenía que hacer una pasantía. Había una vacante acá y mi papá me dijo: ‘¿Por qué no la hacés en la empresa?’. Entré pensando en seis meses y ya pasaron quince años. Fue imposible no involucrarme. Además, pude aplicar mi vocación de decoradora: renové las oficinas, las salas velatorias y hasta el frente de la empresa. Le di otra mirada para que todo sea más luminoso y cálido”, compartió.
El valor de la vocación
El trabajo conserva una exigencia que los hermanos asumen con naturalidad. “Es un servicio 24/7, 365 días al año. A veces te toca salir en medio de un brindis de Año Nuevo. Es como ser bombero, policía o enfermero: si no tenés vocación, se te hace imposible, hay que estar dispuesto a brindar el mejor servicio posible siempre”, aseguró el joven.
Esa vocación también implica un rol de contención. “Muchas veces recibimos a familias devastadas. Nuestro trabajo es hablar con la persona que esté más tranquila, porque hay decisiones que no se pueden postergar. Intentamos que quienes están en el dolor más crudo no tengan que encargarse de eso. Siempre hablamos con respeto, con palabras cálidas, entendiendo que a veces el que te escucha no va a recordar nada de lo que se habló porque está en estado de shock”, señalaron.
Renovaciones y cambios
En un siglo de historia, también cambiaron las costumbres en torno al duelo. “Antes los velorios duraban 24 horas y se hacían en las casas. Hoy lo normal son cuatro horas, y muchas familias directamente optan por no hacer velatorio”, explicó Florencia.
La pandemia aceleró esa transformación y la cremación también creció como tendencia. “En 2020 se impuso un máximo de dos horas y eso marcó un antes y un después. Hoy los velorios de ocho horas ya son considerados largos. La despedida muchas veces se intenta hacer lo más breve posible, también teniendo en cuenta que el duelo comienza recién cuando se termina de inhumar o cremar a la persona. Es en ese momento cuando uno empieza a caer en la cuenta de lo que pasó. Mientras tanto, todo queda suspendido en el aire y resulta difícil, más aún porque hay que tomar decisiones de inmediato y enseguida continuar con la vida, iniciando otros trámites”, agregó Beto.
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Asimismo, en los últimos años la firma se renovó con el uso de servicios digitales; la remodelación de la fachada y los espacios interiores, que incluye tres salas amplias y diversas oficinas; se convirtieron en pioneros en la zona en utilizar urnas biodegradables; y brindan también en todas sus prestaciones los servicios tanatopraxia y tanatoestética, realizados por personal altamente capacitado.
Además, remarcaron la importancia del equipo de trabajo, conformado por 15 personas: “No queremos dejar afuera a todo el personal de la empresa, que también hace su labor. A lo largo de estos años toda la gente que ha trabajado nos ha acompañado con las mismas bases que fundó mi abuelo, siempre con el mismo respeto y calidez que intentamos llevar adelante”.
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Orgullo y gratitud
Para los hermanos, cumplir 100 años no solo es un motivo de celebración empresarial, sino también un reconocimiento a las generaciones anteriores. “Es una carga emocional importante, pero también un orgullo enorme. Me emociono mucho hablando de esto, porque quieras o no, te hace revivir y pensar en tu familia, en quienes estuvieron presentes e hicieron parte de toda la historia. Somos conscientes de que no todas las empresas familiares duran tanto tiempo. A nosotros nos llena de gratitud”, expresó Florencia.
Y concluyó con un mensaje para la comunidad: “Queremos agradecer a la gente de Tandil por la confianza que nos dieron durante todo este siglo. Nuestra familia acompañó a la ciudad en los momentos más difíciles y siempre trató de hacerlo con respeto y calidez.
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